Por Liliana Contreras Reyes
Siete años de experiencia con mi propio negocio me han permitido conocer en la práctica sobre la temida competencia. Estudié algo relacionado con Planes de Negocio, pero no me dedico a abrir y abrir negocios, por lo que no soy una experta más que en mi tema.
En alguna ocasión (y aunque no soy muy dada a responder a las publicaciones de pseudoprofesionales o farsantes), comenté en una publicación de uno de esos productos maravillosos que curan el autismo, el déficit de atención, la depresión, la ansiedad, que te hacen más inteligente y más fuerte, todo al mismo tiempo. Lo único que les decía era que esas publicaciones generaban confusión en las familias de quienes tienen alguno de esos trastornos y que, además, podría retrasar la intervención adecuada. La respuesta después de varios mensajes fue: “Liliana, ¿te gustaría compartir el 1% de nuestros ingresos?” o algo por el estilo. Me quedé con la boca abierta.
En este tiempo, con las lecturas y la elaboración de mi plan, he aprendido a analizar a quienes considero competidores: personas que hacen lo mismo o algo muy parecido a lo que yo hago y, de entre los cuales, distingo dos grandes tipos:
- Llamaré competidor leal a mi competidor favorito.
Se trata de personas de gran calidad humana.
Se preparan constantemente, han persistido a través del tiempo, ofrecen un servicio de calidad, son profesionales en el manejo de su negocio y lo hacen constar a través de documentos, con su firma o con el nombre de su empresa.
Son genuinos en todo su proceder.
Hacen lo correcto, no lo que retendrá a un cliente.
No hablan del trabajo de los demás, sino que se esfuerzan por mejorar el propio.
Van decidiendo, con base en su propia formación, si las nuevas tendencias son válidas y deben incorporarse en su modelo o si las dejan de lado. No ofrecen servicios de moda, sino servicios que han perfeccionado con la experiencia.
Son claros en lo que comunican, tanto en sus medios de publicidad como de forma personal.
No buscan hacer de todo. Hacen eso que se han dedicado a pulir con el tiempo.
Comparten sus aprendizajes para que los demás aprendan.
- Llamaré competidor no leal a mi competidor no favorito.
Se trata de pseudoprofesionales que no cuentan con recursos personales, sino que pasan más tiempo indagando en lo que hacen los demás, copian los productos o servicios de otros.
Tratan de convencer a los clientes de que son mejores, hablando mal de otros profesionistas (que muchas veces ni conocen).
No cuentan con una formación sólida.
Optan por modas, por lo que más vende y no por lo que es lo más apropiado para el cliente.
Su comunicación suele ser confusa y procuran no comprometerse con documentos escritos.
No comparten, sino que guardan sus “conocimientos” como si fueran descubridores del hilo negro (cuando todo está dicho y publicado).
Confunden a los clientes y se aprovechan de esa confusión.
Lo peor del caso, es que en algunos competidores no leales, ni siquiera puedo definir si hacen lo que hacen conscientemente o si lo hacen porque no podrían hacerlo de otra forma, porque no comprenden el tema al que se dedican de raíz o porque consideran que lo que han hecho ha sido su máximo (y creen ingenuamente que nadie puede hacerlo mejor).
Lo mejor del caso es que, gracias a que existen competidores leales, tengo nuevas grandes amistades. Hacemos lo mismo, ofrecemos el mismo servicio y hemos generado una comunidad en la que es posible compartir, aprender y crecer, por el beneficio de nuestros clientes. Por mencionar algunos: Claudia González, Manuel Esquer, Gaby Rojas, Gerardo Araiza, Mónica Díaz, Fer y Jessy, Gaby Góngora.
¿Lo que nos une? La pasión genuina por lo que hacemos. Otro mundo en los negocios es posible. Lo he comprobado.