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SIETE MÁS DOS

Por Dona Wiseman

Ud. no puede juzgar a la gente solo porque peca de una forma diferente a la suya.

Por supuesto que puedo. A eso me dedico y te dedicas y se dedican y nos dedicamos.  A todas las horas de todos los días.  En cualquier comentario que hacemos sobre un evento o decisión o conferencia matutina o votación o tiroteo o guerra o contaminación, ante cualquier suceso sobre el cual tenemos una opinión, nunca nos faltan los calificativos que usamos para nombrar a los que están, desde nuestra percepción, a favor o en contra de nosotros.  Y a este discurso arrogante y fanático en el que desprecio abiertamente el criterio ajeno lo llamaré “mi humilde opinión”. 

Nombro al otro estúpido, ignorante, racista, machista, feminazi, inconsciente, narcisista, tacaño, corrupto, pendejo, inculto, naco, asesino, y cuántas cosas más.  En esta letanía nombro lo que para mí son los pecados del otro, pecados que en “mi humilde opinión” yo no cometo.

El Eneagrama (estudio de personalidad y camino personal de crecimiento desarrollado por el Dr. Claudio Naranjo) se basa en los siete pecados capitales más dos (que se proponen como orígenes o ejes de los otros).  Nace cada persona con un temperamento y en reacción al medio ambiente, con las herramientas que aporta el temperamento, forma mecanismos de defensa.  El temperamento más los mecanismos de defensa (más la cultura, la época histórica, etc.) da como resultado un carácter (el ego).  Desde el Eneagrama se definen nueve tipos básicos de carácter, que luego se subdividen en tres subtipos.  Los nueve tipos básicos del Eneagrama son nombrados usando los siete pecados capitales más dos.  Entonces, mi carácter tiene como piedra angular un “pecado”, que también llamamos vicio o pasión.  Es un mecanismo de defensa que se ha hecho habitual, y con frecuencia se disfraza, convirtiéndose en neurosis.  ¡No te asustes!  Todos los seres humanos somos miembros activos de este club.  La neurosis ocurre cuando intentamos vez tras vez obtener resultados distintos usando las mismas herramientas.  Un ejemplo es la certeza de que, si me porto bien con otros, ellos se portarán bien conmigo.  Y me porto bien y me porto bien, y soy linda, y atenta, y sonrío…y ciertos otros me tratan de la chingada, y no entiendo. 

Los pecados contemplados en el Eneagrama son:  la ira, el orgullo, la vanidad, la envidia, la avaricia, el miedo, la gula, la lujuria y la apatía.  En otro momento podré escribir más sobre cada uno, pero lo que quiero traer hoy es que un goloso casi siempre tacha al iracundo de aburrido y dice que debería ser más “goloso”, sin tomar en cuenta que su ser goloso es su pecado y su neurosis, o sea que no es de sus puntos a favor.  Mientras tanto el iracundo mira al goloso y dictamina que debería tomar la vida más en serio porque eso de ser tan infantil siempre no es aceptable.  El orgulloso mira al avaro y declara que debería estar siempre dispuesto a dar.  Pero el orgulloso no se está dando cuenta que esconde sus propias necesidades en su falsa servicialidad.  El apático no entiende porque se preocupa tanto el miedoso, si la vida está para dejarse fluir.  Y el miedoso, acusando al apático porque “nada es tan fácil”, busca al lujurioso para sentirse protegido bajo el manto de obediencia a una figura más fuerte, una figura dominante con características psicopáticas que mira a todos como tontos, piezas de ajedrez en su propio juego.

Cada una de las personalidades juzga a las demás por no ver la vida de la misma manera.  Cada una justifica su pecado y su manera de ser.  El iracundo se contempla trabajador.  El orgulloso se jacta de servicial.  El vanidoso se vende como exitoso.  El envidioso es artista, único y diferente.  El avaro se declara sabio.  El miedoso nos dice que podemos confiar el él.  El goloso nos ofrece diversión.  El lujurioso se coloca como el líder.  El apático siempre está “bien”. 

En base a este auto-imagen idealizado, cada pecador acusa al otro de estar mal y se acomoda en su propia reacción ante el mundo.  Durante el transcurso de la historia, estos personajes, o séase nosotros, hemos sido partícipes en el surgimiento de patriarcado, la desviación del concepto de amor, el imperialismo, la Santa Inquisición, las Crusadas, la destrucción de áreas naturales, la tala excesiva de árboles de ciertos tipos, la caza indiscriminado de especies específicas, el mercantilismo, el capitalismo, el comunismo, la esclavitud, las modas, la industria farmacéutica, las adicciones, el racismo, la sistematización de la educación, la violencia de género, y de cualquier cantidad más de problemáticas sociales.  Cada una de estas personalidades ha puesto su grano de arena, todos por igual, para que el mundo de hoy sea lo que es.  Yo (estoy escribiendo en primera persona) no puedo sentarme en mi casa y acusar a otros de ser culpables solo porque creo que pienso distinto, o porque logro nombrar los pecados de los otros, pero no soy capaz de ver el mío.  Desde el momento en que nombro culpables y les pongo calificativos, ya soy parte del mal. 

La única manera para crecer poco a poco hacia otra manera de ser y de vivir es a través del amor, de la compasión.  Amor y compasión que abarcan a todos y a todas y a todes y a “buenos” y a “malos”.  Yo no me propongo como ejemplo.  Pero sí extiendo mi mano a cualquier otro que tenga la intención de trabajarse, de resolverse, de conocerse en la gloria y en la mierda, y de ver cómo está siendo parte del problema y no parte de la solución.  ¡Venga esa mano!

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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