Por Blanca Garza y Vero Barreda
«El cerebro de un niño no es una esponja. No lo puede absorber todo. Tiene su propio límite. Generamos niños con alergia a la paciencia, a la soledad y al aburrimiento».
¿Compartes el gusto por la lectura? Ojalá tu respuesta sea un sí. Por solo $169 podrás adquirir el libro “Niños sobreestimulados” cuya autora es Alicia Banderas Sierra, psicóloga, especializada en educación. Ella plantea este libro para ayudar a padres y educadores a conocer las claves para entender cuáles son los riesgos de la sobreestimulación de los niños y qué podemos hacer para respetar su ritmo de aprendizaje.
Es un libro que invita a la reflexión y aporta pautas y consejos prácticos a través de casos reales para ayudar a educar en la paciencia, con calma, y a fuego lento…, sin aniquilar la curiosidad innata de los niños, ni agobiarlos o desmotivarlos en su aprendizaje. Se trata de evitar que el ímpetu de muchos padres por estimular en exceso a sus hijos, llenando sus agendas de actividades para que sean más inteligentes o no pasen tanto tiempo solos, acabe por generar familias estresadas.
Pretende ser también una guía de buenas prácticas a la hora de convivir con las tecnologías, dado que su uso irresponsable tiene un impacto en el cerebro del menor. Las nuevas formas de leer a través de la Red de forma superficial y urgente, que impiden una lectura profunda, la capacidad de la multitarea (hacer mil cosas a la vez), que fomenta la desatención y dificulta la concentración, el exceso de tiempo que se dedica a las redes sociales, en las que los adolescentes están solos aunque conectados en la época de los millones de amigos, o el uso abusivo de los videojuegos, son algunos de los ejemplos de la nueva intoxicación tecnológica que sufren los nativos digitales.
Al menos es la teoría de Alicia Banderas Sierra.
Hoy compartimos contigo esta plática:
—Los padres de hoy cada vez tenemos mayores conocimientos y estamos más formados e interesados por su educación, pero a la vez estamos más perdidos ante nuevos retos.
—De un tiempo a esta parte se ha empezado a divulgar el conocimiento que antes era de unos pocos para todo el mundo. Pero también soy muy crítica. Es verdad que las familias tienen ese exceso de información, están más formados. Y todos quieren lo mejor para sus hijos por lo que piensa, «si dispongo de todas estas herramientas por qué no voy a utilizarlas» … Pero en esa ansia de educar mejores niños nos hemos pasado al otro lado. Muchos padres no manejan o no filtran bien esa información y no aplican lo que atiende mejor a las necesidades de sus hijos.
—En su libro hace referencia a la hiperestimulación a la que ahora se somete a los niños. Padres que se preguntan: «¿Cómo vamos a perder la oportunidad de que nuestros hijos aprendan inglés y chino, ajedrez y robótica?
—Ahora mismo vivimos con esa presión social, a la que hay que poner un límite. Yo digo los niños sobreestimulados por el afán de crear super niños los exponemos a estímulos antes de tiempo de manera excesiva y precoz, por ejemplo, a tareas a veces demasiado complejas que su cerebro ni siquiera está preparado. Y también les sometemos a apuntarles un sinfín de actividades que ni siquiera desean o han elegido. Y esto genera estrés, bloqueo y desmotivación. Hemos abierto la puerta de nuestro hogar al monstruo de la hiperestimulación.
—Pero a veces los padres apuntan a sus hijos a extraescolares porque no llegan a tiempo para recogerlos.
—La escasa presencia de los padres en casa… hacen que hagamos esto. Pero nos estamos pasando. Ahora mismo los niños de dos años van a ballet, estimulación musical, natación, inglés y chino. Es decir, que con 24 meses poseen agendas de ejecutivo. Las actividades, mejor de una en una. Y además les deberíamos apuntar a algo que les guste o se les da bien, para que sientan la auto realización. martes y jueves… la estimulación es buenísima, la privación y la sobreestimulación, fatal. Los niños necesitan juego libre y actividades que no estén planificadas. A veces cuesta lo mismo apuntarles a una sola actividad y contratar a una persona o una estudiante que les pueda cuidar el resto de los días y les permita tiempo para aburrirse.
El drama es que muchos padres de hoy piensan que si no está todo estructurado y planificado no es productivo para el niño. Pero es que el conocimiento se origina desde dentro, no desde fuera. El que tiene que procesar y asociar las ideas es el niño, y para eso necesita tiempo libre, o estar en su cuarto con sus juguetes, sencillamente. En consulta lo estamos viendo. Los niños ya no piden que su papá o su mamá esté en casa, sencillamente piden que se les deje en casa, sin agobios y tantas cosas por hacer. Y mucho menos apuntados a actividades que ni eligen ni desean. Otra cosa que considero preocupante de todo esto es que los niños no echen de menos a sus padres y estén acostumbrados a estar con la vecina o la cuidadora…
Los más pequeños deben tener el gusto por aprender, y la auto realización que supone llevar algo a cabo, con éxito, o sentirse talentosos. Porque cuando tú conoces esa sensación de pequeño, luego de mayor eres capaz de elegir lo que te gusta.
—Usted repite varias veces en su obra que los niños no son esponjas, en contra de lo que se suele escuchar.
—Es más, una esponja con su excesivo uso no puede absorber más de lo que su propia capacidad permita. Las esponjas también se desbordan y se degradan. Por eso hay que cuidar a los niños. María Ángeles Gallo, de la Universidad de Granada, apunta que tenemos que respetar a los niños porque estos aprenden a fuego lento. Si les sometes a estímulos continuos, no disfrutan, no interiorizan, les saturamos. Además, no todo se enseña. A los tres años, los niños tienen el impulso gráfico, tú no le puedes enseñar eso, les sale solo. Los niños tienen una creatividad innata, y lo que hacemos es con tanto estímulo es aniquilar esa curiosidad innata.
—El idioma, asegura usted, también es importante en todo esto.
—Sí, cuidemos el lenguaje. Tengo padres que dicen: «Nos vamos del parque porque tenemos que estudiar». La pregunta es: «¿Te examinas tú?» Lo correcto sería decir: «Nos vamos del parque porque mi hija tiene un examen». Hay que ponerle esa responsabilidad a la niña. Les estamos quitando esa responsabilidad desde Primaria. Estamos aniquilando un montón de herramientas que ellos tienen que saber para enfrentarse a la vida.
Cada uno de los puntos que toca a lo largo de su libro, nos deja una gran reflexión. Sabemos que cada niño, cada madre, cada familia es diferente, y lo que quizá para una funciona no sea así para alguien más, pero afortunadamente tenemos el poder de cambiar de opinión, de arriesgarnos a nuevas formas, de ir, regresar, decir y deshacer.
Y por último, un pequeño test. ¿Qué te sugieren estas palabras?
Infancia:
Teléfono móvil:
Televisión:
Creatividad:
Redes sociales:
Extraescolares:
Aburrimiento:
Estrés:
Compártenos tu experiencia al leerlo, recordando que afortunadamente ¡No Estás Sola!