Por Clara F. Zapata Tarrés
Hoy me hace más sentido.
Hoy te quiero más por cada palabra que sale de tu boca.
Hoy te admiro ya no por tus talentos sociológicos
Hoy te admiro por la persona que eres, porque eres mi papá.
Hoy camino con tu historia a mi lado, siempre recordando, nunca olvidando.
Hoy te respeto porque te arriesgas en cada paso.
Hoy ya elegí mi camino con la ayuda de tu mirada.
Hoy te leo y veo que hay cosas nuevas que no conocía de ti y me gusta.
Hoy te quiero tanto tanto porque ya no eres la autoridad.
Hoy te quiero porque somos iguales.
Hoy te amo por siempre y para siempre…
Hace unos días, mi papá me mandó dos entrevistas que le hicieron por su trayectoria académica. Su trabajo con los obreros chilenos y mexicanos de toda clase de industrias son lo de menos. Lo escucho al leer cada palabra, cada anécdota relajada es el sonido de su temple, del temperamento con el que nació pero con el que transformó su existencia. Escucho lo de ayer, sus esfuerzos en el trabajo, la percepción que él tuvo de sí mismo en su juventud y comienzo de la adultez.
Hace algunos años, a raíz de un libro que leí dónde se entrevistaban a muchos políticos, no sobre sus aciertos o fracasos laborales o sobre nuestra sociedad, sino sobre los vínculos emocionales que ellos habían creado con sus hijas, todas, mujeres. Retomé el guión de la entrevista, lo releí y lo adapté un poco y le dije a mi papá que respondiera a las preguntas por escrito. Esto, para mí significaba otra puerta más para conocerlo mejor y sobre todo saber cómo habían evolucionado sus emociones desde que había sido padre de una niña como yo… Fue un ejercicio muy hermoso porque me di cuenta de que cada día tenemos la oportunidad de conocer más a profundidad a nuestros papás. Cada cierto tiempo, releo este texto para acordarme de esos sentimientos que fueron evolucionando a lo largo del tiempo y se me estruja el corazón. Llevo una buena relación con mi papá hoy, pero solemos vernos unas dos veces al año porque vivimos en ciudades distintas y esto hace que las oportunidades para platicar a profundidad de cómo nos sentimos sean pocas. Por ello, este texto es y ha sido bien importante y a falta de contacto en persona, lo que hacemos es mandarnos cartas por el correo tradicional o electrónico…
Casi siempre, cuando hablamos de maternidad, de lactancia y de bebés, lo hacemos a partir de la mirada femenina. Hablamos de nuestras amigas, nuestras madres, nuestras hermanas biológicas o simbólicas. Sin embargo, por lo general, retomamos poco la figura de nuestro padre. Y vaya que tiene importancia, no solamente en todo lo que hizo o hace en el pasado o el presente sino en la manera en que “lo cargamos” con nosotros a pesar de su presencia o ausencia. El poder simbólico de un padre es muy potente. A veces alejado, a veces cercano pero siempre ahí, en nuestras reacciones, nuestra manera de contar la vida, a veces como autoridad o como amigo-compañero de viaje. Siempre aquí, siempre ahí o allá, constante. Como sombra o como paralelo o perpendicular, en el horizonte…
¿Has estado cerca o lejos de tu papá? ¿Le has preguntado cómo te cargaba o te bañaba cuando eras bebé; si miraban juntos las estrellas o saltaban bajo la lluvia? ¿Qué recuerdos tiene de la lactancia, si fuiste amamantada? ¿Cómo eran como familia al principio y ahora?
Hoy, hablemos de esa gran figura que tiene nuestra vida. Quizás ya no esté con nosotros pero si nos fijamos y enfocamos la mirada, podremos ver que está presente en muchas de nuestras acciones y comportamientos. Hoy, incluso, también veamos cómo es el vínculo de nuestro bebé con su propio padre y cómo queremos que esta emoción constante sea recordada en el futuro. El futuro es hoy. Podemos hacer que el recuerdo valga la pena y que esa relación única se vaya fortaleciendo. ¿Qué hace tu pareja con tu bebé? ¿Qué podrían hacer juntos que en el mañana sirva para fortalecer ese lazo tan irrepetible?
Por eso, hoy. Hoy, si puedes, habla con tu papá, entrevístalo, pregúntale cómo era él cuando tú eras bebé o niña, a qué jugaban, adónde iban de paseo y qué diálogos tenían… Verás que descubrirás cosas nuevas y los recuerdos transformarán tu vida para reconstruir esas historias… Te sentirás acompañada y podrás caminar reelaborando el mito de tu padre y podrás tener pasos más independientes y autónomos, como mujer y ahora como madre…