Por Clara Zapata Tarrés
Hay una gran pelea o discusión incluso filosófica al estilo Shakespeare: “¿Dormir o no dormir con los hijos? Esa es la cuestión.”
Existe la pregunta práctica y la pregunta psicológica y la emocional, y la científica y la antropológica. Partamos desde la mirada antropológica. Los datos etnográficos a lo largo de cientos y a veces miles de años han constatado que en la mayoría de los casos, las personas duermen con sus bebés y con sus hijos. Incluso hay datos de algunas comunidades en las que las personas pasan 24 horas con sus bebés encima (cargados, durmiendo, trabajando, etc.).
En realidad fue hasta principios del siglo XX apenas, que se comenzó a practicarlo de manera distinta. Casualmente comenzó a producirse el sucedáneo de la leche materna (mejor conocido como fórmula), los bebés comenzaron a nacer en los hospitales y no en sus hogares, los ginecólogos fueron remplazando a las parteras, los pediatras empezaron a prescribir fórmula y en realidad se fueron adoptando muchas elecciones culturales disfrazadas de modernidad, donde la clase media iba siendo un modelo a seguir… Los hombres, los varones, de diversas profesiones, que no necesariamente habían evolucionado en el sentido de ser más partícipes en la crianza de los hijos, escribían libros y tratados o instructivos sobre cómo amamantar, criar, hacer dormir, despertar, disciplinar, y otros verbos sinónimos de actividades “femeninas”. Raro para la época no? La idea era: crear seres independientes, que fueran capaces de ser unos guerreros (porque tal vez iban o sus padres fueron a la guerra), que durmieran en otra cama para que sus padres pudieran tener relaciones sexuales y bueno… muchos otros mitos y leyendas que explicaban lo “bueno” de dormir separados.
Después de varios años, vinieron otras explicaciones y una revisión con lupa sobre el colecho. Hace poco vi unos anuncios que quizás también has visto: un niño durmiendo con su madre y un cuchillo al lado como queriendo decir que si duermes con tu bebé te podrías convertir en cualquier momento en su asesina. Otra explicación más, ahora desde otra mirada. Y así van cambiando las explicaciones, las miradas y al parecer hoy, mientras estés más separada o separado de tu bebé, mejor.
Pero, ¿si quiero amamantar y recibo estas señales por todas partes, cómo puedo darme crédito, sentirme segura sin perder mi lactancia? Aquí algunas respuestas…
- Dormir con los bebés para amamantar no es una terquedad, tiene sus bases fisiológicas: la leche materna es baja en soluto por lo que hay que amamantar cada 2 o 3 horas los primeros días o semanas; la oxitocina suele causar sueño en la persona que amamanta y el bebé también, por ejemplo).
- La separación ha demostrado que los niveles de cortisol aumentan y por lo tanto tenemos bebés más estresados.
- Al hacer colecho, todos descansan mejor y tienen un “día siguiente” más tranquilo y en paz (pregúntale a un papá…)
- El colecho también promueve que la lactancia sea exclusiva y dure por la practicidad y porque el bebé toma a libre demanda realmente.
Lo que no podemos negar y que si es un hecho es que DORMIMOS CON NUESTROS HIJOS. Esta es la realidad. Para hacerlo correctamente, sin riesgos y con prevención y seguridad podemos tomar entonces en cuenta lo siguiente.
- Dormir juntos sí, en la misma cama o superficie plana. No hacerlo en un sofá o sillón.
- NUNCA estar alcoholizado, con sustancias adictivas o tabaco encima. No fumar ni adentro ni afuera de casa.
- AMAMANTAR día y noche, no combinar con fórmula.
- Dormir juntos, sí, con un bebé nacido a término y sano. No hacer colecho con un bebé prematuro.
- El bebé acostado sobre su espalda y mi brazo rodeándolo por la cabeza.
- El bebé vestido calientito para evitar poner colchas, cobijas o otros objetos pesados que pueden cubrirlo sin querer.
(https://www.llli.org/informacion-sobre-la-lactancia-materna-de-la-a-a-la-z/sueno-colecho/)
Esto de dormir con los hijos, lo hacemos muchas familias, aunque no se sepa, aunque no lo contemos a los cuatro vientos, aunque nos de pena, aunque nos de miedo que otros nos juzguen y opinen… Lo hacemos y ya!
Como es una realidad, tenemos que estar informados al respecto, al igual que en muchos otros temas. Además hay que informar a los demás, al personal de salud por ejemplo, al pediatra, al ginecólogo, al médico familiar, a las enfermeras y por qué no? A nuestros psicólogos también… Nos recomendarán quizás algunos textos y muchos nos dirán que es una práctica errónea.
Aquí, unos libros que te ayudarán a hacerlo de manera segura y a confiar en que lo que estás haciendo como familia, es validado y valorado. Los hijos se irán… y amamantar a un hijo en el mismo “lecho” será la manera más libre de respetar sus necesidades pero también las mías. Amamanta libremente, colecha, duerme con tu bebé, sin prejuicios, sin horarios, sin miradas. Libre y punto.
Libros:
La Leche League International, Sweet Sleep: Nighttime and Naptime Strategies for the Breastfeeding Family, 2014.
Rosa Jové, Dormir sin lágrimas, Ed. El Ateneo, 2013.
Algunas ideas recabadas para este texto: Bartick, M. Bedsharing and breastfeeding: the real risks and disparities, ILactation, sept-nov. 2019.