Por Daniela Montes Valdez
El trámite de la adopción, como anteriormente he comentado, no es un proceso rápido o sencillo para todas las personas, pero si bien es un camino largo el que se recorre, es muy cierto que como adultos tendemos en enfocarnos en nuestras expectativas, y cómo llevaremos a cabo las dinámicas, la edad y hasta el sexo del niño, niña o adolescente que llegará a integrarse a nuestra familia, pero lo cierto es que cuando esta familia no se encuentra centrada en lo principal, que es brindarle una segunda oportunidad de vivir en familia a un niño, sucede en ocasiones que la adopción en lugar de ser una forma de hacer familia se convierte en una situación de estrés para los miembros de la familia, ya que la pareja siente que el niño o niña no es capaz de vincularse a ellos y el niño al tener tantas situaciones de trauma no logra conectar con su nueva familia, y si a esto sumamos el poco o nulo conocimiento de las familias en situaciones difíciles y en estos niños, puesto que solo hay piezas de su historia como un rompecabezas incompleto no se logra dar una relación de comunión motivo por el cual la familia decide “regresar al niño” al no sentirse capaces de lidiar con estas situaciones sin considerar el daño mayor que le están generando a estos niños, puesto que no solo pierden nuevamente a su familia, sino que su autoestima y capacidad de confiar en los adultos va siendo mermada hasta el punto de en muchas ocasiones no volver a confiar y sentirse capaces de ser amados.
Esta es una realidad cruda y dolorosa que existe en nuestro país y si bien las cifras no son tan altas como las adopciones exitosas este número ni siquiera debería existir.
Es una realidad que los niños institucionalizados llevan un proceso largo y complejo en instituciones a la espera de reunirse con su familia de origen o en espera de una nueva familia que les brinde todos los cuidados y amor que su familia “original” no pudo brindar, por este motivo es de suma importancia que las familias estén no solo capacitadas sino preparadas para afrontar las posibles situaciones que deberán lidiar para que su hijo o hija permanezcan en familia, es nuestro deber de padres el afrontar con ellos los retos que la vida presente.
Recordemos que el ser padres adoptivos es en cierta medida igual a serlo de manera biológica y digo esto porque por más difícil que sea el comportamiento de un hijo gestado biológicamente los padres no dicen lo voy a “entregar” o lo voy a “regresar” y esto mismo debe aplicar a los hijos gestados en las emociones y el corazón puesto que un hijo por adopción es un regalo mayor que cuesta no solo el buscarlo sino el luchar por estar con ellos, son hijos más que deseados, esperados y hasta llorados.
Si de verdad sientes que un hijo adoptivo, vendrá a resolver situaciones familiares, o que suplirá únicamente nuestra necesidad de amar, no inicies tu proceso puesto que la adopción fallida puede ser tu final.
No estás sola en este proceso recuerda buscar quien te acompañe en el camino y sobre todo quienes te puedan orientar y enseñar como apoyar más y mejor a tu hija o hijo.