Por Laura Prieto
Este año Netflix nos compartió la magia del orden de Marie Kondo. Amigas entusiastas ordenaban sus closets, cocinas y demás siguiendo los consejos de esta experta en la organización. Estados en redes sociales mostraban cambios hechos en sus vidas, fue un hermoso inicio de año, donde mucha gente descubrió lo hermoso que es vivir bonito.
Hoy, en el penúltimo mes del año, este panorama ha cambiado, y Marie Kondo quedó atrás y ahora he visto la tendencia que reza “no dejes que tus ollas brillen mas que tú”, amigas de todas las edades, solteras, casadas, con hijos o sin hijos han compartido un post que al parecer se hizo viral y que dice que importa mas que seas feliz en vez de sacudir el polvo, que porque tal vez por estar sacudiendo no vives tu vida al máximo, romantizando el desorden.
Y pues hoy no me subo al tren ese de las ollas, porque estoy en desacuerdo, claro en mi opinión y de una que otra de mis amigas.
Este texto de autor desconocido, habla de abrazar el desorden, la primera línea que me causó choque fue: “Saca el polvo…si lo necesitas…Pero no sería mejor pintar un cuadro o escribir una carta…”. Me imaginé pintando, diseñando un tatuaje en medio de una mesa en desorden y llena de polvo, la fea sensación que deja el tomar el lápiz con granitos de tierra, o ver de reojo la duela y que al darle el sol se vea la tierra blanca que caracteriza a Saltillo, ¡no! Para entrar en proceso creativo, es necesario tener mi mesa de trabajo limpia. O imagino que decido preparar un platillo especial para vivir momentos especiales con mi familia, pero los trastes están sucios “que más da, la vida son momentos, no dejes que tus ollas brillen mas que tú” y me pongo a cocinar con las ollas sucias, sería caótico, antihigiénico y muy extensa la tarea de lavar los trastes del antes y después de cocinar.
Otro de los renglones más molestos: “piensa que el polvo protegerá la madera que está debajo de ella!” ¿Es en serio? “Escribir te amo, sobre los muebles”, y te dice que si sacudes no tendrás tiempo de beber chamán, ajá. Bueno, he tratado de relajarme dejando el polvo en los muebles y no resulta, no me funciona sostener el control de la tv, un libro o mi celular y que debajo se sienta el polvo, tampoco me es agradable ver que mis hijos, a quienes les encanta estar descalzos tengan pies negros y terregosos, no, para nada, entonces quizá no bebo champán, abro una cerveza y me pongo a limpiar, con música, disfrutando el aroma de la limpieza. Entonces no, no puedo relajarme si hay desorden.
Como muchos posts virales del internet, considero que son ilusiones que se deberían quedar así, imagínate decirle a un japonés que deje el polvo y se ponga a beber champán, escalar una montaña, jugar con los perros, quizá lo de la champán y lo de los perros es más viable, pero no sé de gente que así como así diga “no voy a limpiar, deja me voy a la playa”.
Dicho post dice que nadie se va a acordar de cuánto limpiaste ni de cuántas cuentas pagaste, en mi caso, el olor a ropa de cama limpia, me remonta a mi infancia, a mi madre, el olor a lavanda es el que me recibía después de la escuela, y cada que entraba a casa, al mirar el piso a contraluz podía ver el brillo de los azulejos y después de esto me tiraba de panza, sintiendo la frescura del piso y poniendo mi mejilla para captar el aroma a limpio y ahí estaba mi madre, radiante, brillando, igual que su casa, claro, hoy, a mis 34 años, recuerdo perfectamente que en mi casa de la infancia no había polvo y las cuentas con muchos esfuerzos siempre estuvieron pagadas, ¿que persona no recordaría esto? quizá alguien poco agradecido.
¿Cuál seria la conclusión de mi entrega de hoy?, en mi opinión, como seguramente fue la de la persona que escribió ese post, (aunque no lo escribió en primera persona, mas bien, lo escribió como instrucciones), existe un equilibrio en la adultez, que te permite brillar y que tu casa brille tanto como tú, como dice Marie Kondo, el orden trae felicidad, a mi me hace feliz ver a mis hijos arrastrarse por el piso y que su ropa siga limpia. Todos los días, como hábito les enseño a mis hijos, que ser limpio no es estar limpiando todos los días, ser limpio en casa significa no ensuciar, así las tareas no se acumulan y puedes seguir brillando tú y tu casa tan lindo.
Gestionar nuestro tiempo correctamente, dándole un orden a nuestra vida desde la casa puede permitirnos llevar esta armonía a otros aspectos diarios, como en el trabajo o en ambientes públicos, si no podemos con la administración de tareas tan sencillas como las del hogar, podemos llevar una forma de ser algo caótica, llegando tarde o posponiendo compromisos. Vivimos en un país que se inunda con la basura que la gente tira en la calle, donde los parques tienen heces de perro, la mayoría de los lugares públicos tienen baños asquerosos y los aeropuertos internacionales tienen una higiene que deja mucho que desear, donde el transporte público esta rayado y con capas negras de mugre, y aún así, le damos credibilidad y popularidad a la idea de dejar el orden y la limpieza de lado para vivir nuestra vida al máximo, no, por favor, que vuelva la tendencia japonesa de la limpieza y el orden, que se vuelva popular ser “obsesivo de la limpieza”, no solo en casa, si no fuera de ella, mas campañas para recoger basura, para reciclar, porque en México, nos falta mucho por aprender. No estás sola.