Por Dona Wiseman
Estreno las cosas de inmediato. Ayer y hoy jeans. No espero momentos especiales. Aunque suene a cliché, mis momentos todos son especiales. Cuando compro algo, lo uso. Mis coches nuevos han viajado al poco tiempo de adquirirlos. Adoro ponerme ropa nueva, hasta calcetines. Pruebo recetas festivas nuevas en cualquier día y hora, incluyendo solo para mí. Abro las botellas de vino que compro en vendimias sin esperar “que la ocasión lo amerite”. Todas mis ocasiones ameritan mi atención. Quisiera que esto que hago significara que estoy de alguna manera más presente y consciente. No sé si sea así. Siempre puedo soñar, supongo.
Hoy que me puse jeans nuevos por segundo día, tuve la tentación de recriminarme por ponerme algo nuevo cuando ni siquiera saldré de la casa. ¡Los méndigos jeans están tan cómodos! Los de ayer se ven novedosos y bonitos. Independiente de esas consideraciones, me puse a pensar en mi tendencia a estrenar cosas de inmediato. Me di cuenta de que lo hago con todo, hasta amistades. Exploro lo nuevo con prontitud, lo nuevo que me provoca, que me jala, que me seduce. Por lo general no me tienen que decir dos veces cuando me invitan a algo que me atrae. Escribir, participar, viajar, actuar, acompañar, comer, tomar, apoyar, cocinar, experimentar… Y sin embargo y a la vez, soy totalmente inamovible si no deseo hacer algo.
Es fascinante abrir paquetes nuevos, aunque sean de calzones. Me encanta terminar los restos de shampoos, cremas, lociones, pastas de dientes, geles de baño, etc. para poder abrir y probar, estrenar, uno nuevo. Me gusta ver cosas nuevas (y novedosas) en la cocina. Comprar y estrenar copas compradas en Tepoztlán, huaraches de Malinalco, blusas de algún mercado, mañanitas tejidas de Real de Catorce, aretes de plata de Zacatecas, un tarot de CDMX. Ni siquiera espero para llegar a casa. Abro los regalos que me dan, prendo las velas nuevas, uso el incienso, quemo las hierbas, sacrifico la leña solo para ver el fuego que tanto me cautiva. Los triques que alguna amiga sacó de su casa están colgando en mi patio o iluminando mi recámara. Tomo todo, como en el juego. Estreno, uso, reciclo, acciono. Ahora veo que una de mis maneras de estrenar es reciclar, reasignar. No me gusta desperdiciar. Considero que las cosas (las que he comprado y las que me han dado) son resultado de un esfuerzo de alguien, de una persona o más correctamente de muchas. Para mí es importante apoyar los esfuerzos y honrarlos, dándoles a las cosas un lugar digno.
Quizás recuerdes un escrito que habla de una mujer que muere y su hija o esposo o alguien encuentra cosas guardadas “para una ocasión especial”. Así como me gusta estrenar, me gustan las cosas bien gastadas, usadas, reusadas, que han ganado un significado y una historia. Tal vez es esa mi prisa, que lo nuevo adquiera personalidad, significado e historia. Y tal vez eso es lo que va con una mujer de mi edad que ya tiene algo de personalidad, significado e historia. Esto de escribir suele ayudar a que quien escribe se vea con mayor profundidad.