Por Miriam Valdez
Hace días sucedió algo que nunca nos había pasado a mi marido y a mí: nos contradijimos en medio de mi hija y tuvimos una ligera discusión en ese momento.
Fue un momento muy desagradable, detesto las parejas que discuten en frente de los demás, es por demás incómodo. Y obviamente estoy en contra de discutir o dar una contra orden frente a la pareja, ya que sabemos de sobra que el mensaje que se le da al niño es restar autoridad al otro y que la criatura podría tener el sartén por el mango en ese momento. En pocas palabras, que hace desatinar a los papás y sale victorioso.
Pero me sucedió, nos sucedió y ninguno lo pudo frenar a tiempo. Nosotros que tenemos claro eso, nosotros que estamos de acuerdo generalmente en el fondo y las formas, nosotros que tenemos el mismo criterio a la hora de educar. Fueron comentarios muy pequeños, no fue una gran discusión, sin embargo, sí fue un desacuerdo evidente en donde el ambiente simplemente se sentía tenso y en donde mi hija se dio cuenta que nos hizo patinar.
Ese día estuvo particularmente intenso para mí con los hijos, hay días que considero “flat” con ellos y otros en donde parece que estamos en una montaña rusa de emociones. Mi hijo el mayor había tenido un episodio de frustración por que leyó fielmente un instructivo y no puedo echar a andar el juego. Mi primer reacción fue juzgarlo “no estés llorando por esas tonterías, no son motivos para llorar, ¿te vas a poner a llorar en serio por eso?, etc.” Sin embargo, me contuve, respiré y traté de hacerle ver ése sentimiento por el que estaba atravesando.
Yo no he estudiado una carrera de educadora o pedagoga, soy simplemente una madre que trata de educar, he leído algo por aquí y por allá, confío generalmente en mi percepción y mi actuar. Sin embargo, mi vida laboral me dejó algo para la vida personal que empleo con mis hijos y conmigo misma: “la técnica de los 5 porqué”. Éste método está basado en realizar preguntas para explorar las relaciones de causa-efecto que generan un problema en particular. El objetivo final de los 5 Porqué es determinar la causa raíz de un defecto o problema; generalmente no llegas hasta la pregunta 5 sin haber encontrado respuesta. Yo lo utilicé con mi hijo, le hice imaginar una planta, en donde la flor es el sentimiento evidente y en donde cada parte de la planta hacia abajo va derivando en algo más profundo, más de trasfondo, hasta dar el en clavo y llegar a la raíz.
- Estás llorando. ¿Por qué?
- Porque este juego está chafa, me siento frustrado. ¿Por qué?
- Porque leí todas las instrucciones y no funciona. ¿Por qué?
- Porque seguramente no estoy entendiendo algo, me siento tonto. ¿Por qué?
- Porque estoy muy cansado y quiero irme a dormir.
Llegamos a ése punto, él entendió la causa raíz de su disgusto y tranquilamente dejó de llorar y dijo “me voy a dormir, quizás mañana lo podré hacer”. Y así fue, al otro día lo intentó de nuevo y lo logró.
Después de eso, llega mi esposo y sucede el incidente que mencioné. ¿Por qué hago ésta pequeña analogía de lo sucedido con mi hijo y nuestro evidente error como pareja? Porque yo misma apliqué éste técnica de los 5 porqué en ése momento. Porque llegué a la conclusión que tanto el coraje mío, como el suyo, era que “mis esfuerzos no son valorados”. Así que bajo ésa premisa dejé el enojo a un lado y traté de comprender que a ambos nos mueve el “estoy haciendo lo mejor que puedo desde mi trinchera.” Y cedió, el coraje se fue, respiré, me fui a dormir, y al otro día todo se veía distinto y volvimos a empezar. Al siguiente día volví a reflexionar que cada reacción de un niño –y de cualquier persona- tiene una causa raíz profunda, que nada es casualidad, que detrás de la acción existe una intención, clara, precisa y que pocas veces nos detenemos a analizarla. Recordé que ningún niño es malo, ni la pareja, ni los amigos, ni los jefes, que a todos nos acciona simplemente un motivo. “Una causa raíz es la causa inicial de una cadena de causas que llevan a un efecto de interés.”
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Muy buena técnica. La aplicaré.