Por Dennis Charles
Las nuevas tecnologías han revolucionado muchos aspectos de nuestras vidas. Poco a poco los adultos nos hemos adaptado a ellos; sin embargo, las nuevas generaciones, desde su nacimiento, convive diariamente con esta tecnología hasta el punto de hacerlos parte de su identidad.
Los aparatos electrónicos han mejorado la calidad de nuestras vidas; sin embargo, también son responsables de muchos problemas y riesgos. Su uso inadecuado, sobre todo, a muy temprana edad, expone a los niños a muchos riesgos y problemas conductuales y emocionales.
La incorporación de las nuevas tecnologías y los estudios realizados sobre el impacto negativo de su uso, condujo a la UNICEF (2014) a considerar a los niños de la sociedad actual como “nativos digitales” ya que las tecnologías son centrales en su vida. Los más pequeños conviven con ellas y dependen de ellas para aprender, socializarse, informarse y divertirse, pudiéndose generar de esta manera dependencia de las mismas.
Sin embargo, los menores pueden verse afectados por un uso abusivo de las mismas, lo que puede provocar un deterioro a nivel cognitivo, conductual y fisiológico.
El uso de los aparatos electrónicos impacta en la importancia del juego tradicional en la primera infancia. El juego tradicional es indispensable para un adecuado desarrollo motor. Cada vez, la edad del uso de la tecnología es mucho mas temprana, los niños de dos años de edad muestran ya la habilidad para manejar diversas aplicaciones en los celulares, tales como juegos, pintar y ver videos infantiles. Estas aplicaciones son atractivas para los niños que provoca que sean absorbidos por ellas, lo que preocupa a muchos expertos por las consecuencias negativas para el desarrollo.
Si bien podemos encontrar muchas ventajas del uso de aparatos electrónicos, tales como la creatividad, capacidad de memoria, motivación, desarrollo de motricidad fina, etc., desde un punto de vista psicológico, estas tecnologías no deberían sustituir el juego tradicional como la principal actividad del niño, ya que por medio de este, se desarrollan competencias intelectuales, sociales, morales. Los niños deben de crecer jugando, de manera que el juego afecte todos sus procesos de desarrollo: físico, sensorial, afectivo, cognitivo, del lenguaje y psicomotor.
Uno de los autores que más y mejor ha estudiado el juego en la infancia es Jean Piaget (1956), que nos dejó una excelente guía para analizar, a través del juego, el desarrollo cognitivo y psicomotor, subrayando la importancia de su papel en la construcción del conocimiento. Las investigaciones de Piaget repercuten en los estudios de psicomotricidad desde el momento en que resalta el papel de las acciones motrices en el proceso del acceso al conocimiento.
El juego estimula el desarrollo motor del niño, ya que constituye la fuerza impulsora para que realice la acción decesada.
En conclusión, debemos hacer uso inteligente de los aparatos electrónicos a tempranas edades; ya que vivimos en un mundo inmerso en la tecnología, no podemos dejar de hacer uso de ella. Podemos encontrar muchas ventajas cognitivas en la tecnología, siempre y cuando hagamos uso adecuado de ella. En edades tempranas, podemos permitir que los niños utilicen estas tecnologías con la supervisión de un adulto, sin embargo, debemos procurar que para un óptimo desarrollo motor, los niños pasen la mayor parte de su tiempo en la realización de actividades lúdicas como el juego tradicional.