Por Dona Wiseman
-“Mucho gusto, vecino. Vive Ud. en la cuadra de atrás, ¿verdad?”
-“Sí, vecino, mucho gusto.”
-“Oiga, vecino, ¿no ha Ud. escuchado a un cuate que prende un avión a las 5am todos los días?”
-“Sí, vecino, qué pedo con eso, ¿verdad?”
¡Y que me arranco a Coppel a comprar lavadora nueva, pues era mi lavadora que hacía ruido!
Las anécdotas que se cuentan en una reunión familiar de domingo pueden revelar la personalidad de una familia entera y de sus integrantes como individuos. Danny es así. Cuenta lo que le ha pasado con un sabor especial que, cuando menos a mí, provoca un tono de buen humor en los espacios. Cuenta cómo es la vida siendo 14 años mayor que su esposa, particularmente cuando un par de señoras le comentan lo bien que juega tochito su “hija”. Hace chistes sobre su estatura y su edad. Le dice a mi hija que ya no lo traiga a mi casa, a este lugar tan cómodo con todo a la mano (incluyendo enchufes para celulares), con sillones que arrullan y con mucha comida y bebida (tentaciones constantes, aunque este domingo se me había acabado el café y tuvo que ir él a comprar más).
Es un ambiente especial. Se comentan problemas y posibles situaciones problemáticas aún antes de que se materialicen. Se hacen bromas, muchas. Los niños interrumpen y la abuela (yo, “Guema”) se pone nerviosa cuando parece que nadie sabe dónde andan los más pequeños, o los más traviesos. Los grandes por fin tienen permiso de ir al parque solos o incluso de ir al OXXO. Mis hijos cuentan su historia. Hace 31 años que vivo en la misma casa y aquí crecieron. En aquellos tiempos treparon nogales, se metieron al arroyo, rescataron gatitos y perritos, anduvieron descalzos, se lastimaron, jugaron con arena de construcción, acompañaron el crecimiento de la zona, encontraron una vaca pastando en el jardín de enfrente, adoptaron hermanos de otros padres, y tuvieron fiestas épicas.
Aquí siempre se ha hablado de una manera muy particular. Una vez alguien dijo que la vida de esta familia sería un buen reality show. Son comunes incluso las burlas. No siempre estamos contentos unos con otros y se nota cuando no. A veces me canso, casi siempre. Tomamos muchas fotos. ¡Muchas! A veces las fotos no son lo que esperáramos. Las mujeres somos vanidosas al fin. Algunas fotos son verdaderos tesoros, a pesar de que este domingo pasado faltó un miembro de la familia. Los niños se pelean. Son egoístas. Tres de los cinco son hijos únicos, ¡nada consentidos por supuesto! Con frecuencia los niños nos cuentan cosas sobre sus papás.
“¿Dónde está papi?”
“En el tunasio.”
“Hmmmmm…traducción por favor.”
“Gimnasio, gimnasio. Dice Pablo que su papi está en el gimnasio.”
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La conversación tiende a ser algo espontánea y libre.
“Mamá, ¿hay salsa para las papitas?”
“Allí está frente a ti en la repisa.”
“Ah, nunca había visto estos frascos de salsa tan chiquitos.”
(Interviene el marido – chaparro ciertamente.) “Pero ¿qué tal? A mí sí me viste, ¿verdad?
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Pon atención en tu siguiente reunión familiar. Estoy segura de que tú también tienes un cofre de tesoros. Es buen momento del año para concientizarlos.
Feliz navidad.