Por: Mayte Cepeda
Poner una pausa en las actividades cotidianas, siempre ayuda.
En esta ocasión el pretexto se refirió al tiempo de todas las festividades y actividades que envuelven la temporada navideña, de regocijo familiar, de compartir la compañía y aprovechar a tus seres queridos, de expresar con hechos y con palabras lo que posiblemente no dijimos en todo el año.
Y en esta época también pueden suceder cosas inusuales. Te desvelas más, comes diferente –predominan los antojos– , lo haces a deshoras, y el orden se convierte en un delicioso desorden y caos dirigido por la compañía de tus seres queridos. Algunos días las piyamas se prolongaron hasta tarde y otros días de plano el sillón, las cobijas y el chocolate caliente se apoderaron de todos y no nos dejaron mover ni un solo dedo, ni siquiera para ver a cuántos grados estábamos.
No sé si esto le pase a la mayoría, pero a mí si me sucedió. Y así me sucede cada temporada invernal. Claro que es imposible no rendirse y dejarse llevar ante tan tentadores días, de regocijo, calor familiar y muchos cariños.
Sin embargo, todo lo bueno y todo lo malo acaba. Digo lo bueno porque la verdad es que ¿a quién no le encantan estos días de descanso y calor de hogar?; y lo malo, porque si acaso no somos muy disciplinadas, es muy posible que dejemos buenos hábitos y conductas a un “ladito” que, luego nos toma tiempo y esfuerzo continuar lo que dejamos en pausa, como el ejercicio, la comida saludable, la lectura, cumplir con horarios, atender los pendientes y actividades de los niños, entre muchas actividades más.
Pero como todo inicio tiene un fin, afortunadamente llega el momento de retomar rumbos y rutinas, de volver a las actividades cotidianas que bien o mal, a todos nos sirven, ya sea para crear patrones y hábitos, o simplemente para ayudarnos un poco a poner orden y sentirnos comprometidos a continuar trabajando nuestros propios caminos.
Así que, si ya andas retomando rutinas, te deseo la suficiente energía positiva y ligera para que todo fluya fácilmente y sea lo más placentero posible continuar con las actividades y hábitos que sabes que te hacen bien. Que te sea fácil volver a la rutina del ejercicio, a cuidar lo que comes, a pensar un poco más antes de tomar decisiones, a ver por ti, cuidarte y consentirte. ¡Namasté!
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