Por Laura Prieto
Con mi hijo de regreso a clases, lo que hice tan pronto estuvo en la escuela fue quitar la decoración navideña. Nunca he sido de amar los adornos, veo como acumulan polvo y eso me da mucho estrés, así que cada año al volver mi hijo a clases es tradición devolver la navidad a sus cajas.
Este año fue diferente, al estar guardando cada uno de los adornos, con mi hija merodeando alrededor me detuve y agradecí, me sentí tan afortunada. Agradecí haber pasado otra navidad teniendo la bendición de tener a mi familia completa, de poder festejar con los hijos saludables, con mi esposo que tiene energía y alma de niño, y nos llena de amor todos los días. Di gracias porque mi mamá y mi papá son abuelos con energía, lucidez y mucho amor para dar, agradecí el trabajo de mi esposo, el mío, di gracias al árbol que está en casa desde que estoy en ella, a cada una de las luces que iluminan mi hogar navideño, agradecí cada mañana en la que mi hijo ha corrido al árbol a abrir sus regalos, di gracias porque tengo la fuerza y la energía para cada año sacar la ilusión de las cajas y hacer magia.
Y, además de agradecer, pedí muchas navidades como las pasadas, y así, agradecida y con el corazón lleno y bendecido, volví a guardar la ilusión, la navidad en cajas perfectamente ordenadas.
No estás sola.