Por Cristina Aguirre
Les platico una historia real:
Hace tiempo había una directora amada y respetada al frente de una escuela. Ella era reconocida por ser estricta, pero sobre todo por ser imparcial. Así que cuando había alguna petición de algún padre o madre de familia, de esas peticiones ilógicas; ella siempre decía: “NO”.
Pero, ¿por qué la amaban tanto?
Porque embelesaba sus palabras… es decir, aunque ella LITERALMETE te estaba mandando al carajo con un rotundo NO, todos salían contentos. Yo creo que ya en la esquina, se percataban que les habían negado la moción. Pero igual así, se los toreaba bien y bonito.
No sé, quisiera imaginar esta escena:
“Señorita directora, mi hijo Pepito sacó bajas notas en conducta, cosa que se me hace sumamente raro ya que en casa presenta una conducta extraordinaria además es destacado en matemáticas, arte etc.. Entonces no imagino ¡por qué en conducta reprobó! Creo que la maestra no lo quiere.
Imagino a esta hermosa directora pensando muy muy dentro de ella mientras sonreía (su extraordinario huerco es inteligente pero tiene una bocota).
A lo que ella en realidad respondía:
“Querida Señora, entiendo su punto, no se preocupe, su hijo es un ser extraordinario. Siempre nos saca una sonrisa con sus ocurrencias. Tenga por seguro que en conjunto, escuela y ustedes desde casita, (por qué aparte usan a veces estas palabras en diminutivo no se si para aminorar la tensión) haremos lo posible por trabajar esta maravillosa área de oportunidad. El trabajo en equipo nos llevará al éxito con nuestro niño!”
Así que bueno, la mamá salía soñada por que tiene un hijo lleno de gracia y ni cuenta se dio que ella misma hizo el compromiso de trabajar en esta “pequeñita” pero no poco importante, área de oportunidad.
Tan tan.
Pero qué hubiera pasado si la directora le hubiera respondido:
Señora, verdaderamente no sé si estemos hablando del mismo niño, su hijo es un remolino. La última vez que entré a su salón, fui testigo de cómo le habló a la profesora y como distraía a sus compañeritos, enseñándoles unas palabritas que ni yo entendía. ¿Hablan arameo en casa ?
¿Cómo hubiera salido la madre? Enojada? Indignada?….. enca.. nijada? porque; entusiasmada, lo dudo.
Bueno; pues algo así es el diálogo entre madres de la misma camada. Y precisamente este es el punto al que quisiera llegar.
El diálogo abierto entre madres es un apoyo importante para la crianza de los niños. Y hablo estrictamente de diálogo abierto es decir que ambos canales sean receptivos y al mismo tiempo objetivo y recíproco.
Sin olvidar jamás el tacto y sobre todo empatía.
Cuando son niños, independientemente de la edad, cualquiera que sea su acción es importante hablarla con respeto y si se puede con cariño, mucho mejor. Tal vez pudiéramos toparnos con una madre que no sea receptiva… tal vez hasta pueda llegarlo a tomar como ataque… pero el problema ya no queda en tu cancha sino en la suya.
Al menos ya le paraste la antena. Y eso, eso vale oro.
Porque desgraciadamente, a veces las mamás somos las últimas en enterarnos. Y no por falta de un diálogo efectivo entre padres e hijos. Seamos realistas hay cosas que no siempre nuestros niños nos van a contar, no van a llegar y nos van a decir, fui contestón, le pegue a un amigo, me porte chiflado… ¡jamás! Aunque seas un papá, una mamá “súper cool”, cualquier mínima posibilidad de regaño o sermón puede provocar que el chiquito no comente sus propios errores.
“Lo qué pasa en la escuela, queda en la escuela” dijo el Pepito imaginario a su profesora.
Hace una nada recibí un mensaje de una mamá. Me comentaba de una manera muy respetuosa y amigable que durante el recreo mi hij@ había tosquedo (dentro de un contexto de juego) y me contó el panorama general, casi que ella misma abogando por mí mism@ hij@. (¡Señorona! Más mamás como ella.) pero bueno, ¡algo me conocerá!
Si supieran que área de oportunidad me dio ella… para poder sentarme con mi niñ@, hablarlo y de alguna manera corregir su conducta. “Hijit@ agarra la onda, está bien jugar pero hay que ser respetuosos, si te dicen, no, es no, es importante que tomes responsabilidades de tus acciones”.
Me dio una herramienta que lejos de hacerme sentir mal, me brindo esta área de oportunidad (como La directora a pepito). Quiero decir que si ella hubiera omitido por enojo, pena o cualquier cosa este mensaje… me estaría negando la oportunidad de resarcir el daño y trabajar con la conducta de mi niñ@.
Y no me apena. Esto pasa siempre y a cualquier edad. Pero con comunicación abierta y respetuosa entre madres más nos facilita el que problemitas menores se vuelvan en una edad más difícil un problema exponencial.
Si recibes una llamada y de alguna manera sientes que no es el caso, está bien. Toma lo que te sirve, desecha lo que no. Pero las antenas siempre encendidas.
Cualquier experto en la materia de educación podría confirmar.. que corregir en edad temprana es primordial para un sano desarrollo. Entonces si las mamás somos parte de esta etapa, que mejor que formar esta camaderÍa.
El conocerse entre las mismas madres, puede ser un apoyo sustancial para que los mismos niños que rodean a los hijos, sean los que blinden actitudes nocivas en un futuro… además que ver los valores qué hay en cada familia también es algo que brinda aún más confianza al soltar un poquito a los más grandes.
“Has notado algo raro en… Ramirito? Lo veo triste, apartado, serio…”
O… “Fíjate que traen el tema últimamente de la muerte, por que falleció el abuelito de…”
“Chavas, me enteré que en tal escuela están teniendo este problema… ojo…”
Y me refiero a temas de su educación, seguridad etc no a causar pánico o conflicto contra la institución, maestra, etc.. (eso ya es mitoterismo) en pocas palabras… qué están viviendo nuestros niños.
En fin, sabemos que la cercanía, el vínculo con los hijos es lo más importante. Pero el diálogo entre madres, ¡uff! ¿quién nos entendería mejor que una persona que atraviesa la misma etapa que nosotros?
Y recordemos, que se requiere valor, para tomar el teléfono. Pero precisamente ese acto de valentía le puede dar a algún chiquito una oportunidad… de recibir atención, amor… corrección; lo que sea que esté faltando.
No me atrevo ni a opinar del espeluznante final de este pequeño… me duele mi corazón de madre.
Hoy…. hoy le dedico este escrito a aquellas, que somos madres, tías, amigas…
No imagino el dolor, enojo, impotencia, víctima, victimario… tal vez, por ti no hablaron o tal vez omitieron por miedo o por “prudencia”, tal vez no lo notaron… lo que sea que haya sido; hoy, hoy ni uno más.
Hoy me uno a la camadería, en la que estaré al pendiente de los que me rodean y son parte de la vida de mis hijos. Me comprometo a velar por el tuyo, como lo haría con el mío.
Le pido a Dios cubra a nuestras generaciones y nos den la sabiduría para que puedan afrontar cualquier obstáculo… a entender que después de la tormenta, siempre habrá algo bueno; algo mejor.