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MAMÁ AL RESCATE

Por Dennis Charles

¿Qué harías si a tu hijo se le olvidara su lonche en casa? ¿o se le olvidara su material de trabajo? ¿Irías inmediatamente a dejárselo a la escuela para evitar que sufra las consecuencias de su olvido? ¿para que no le de hambre o le pongan una mala nota?

Para un padre, es difícil el imaginar que nuestro hijo sufrirá por sus descuidos y constantemente los rescatamos de sus conflictos y cuando lo hacemos, generalmente les advertimos diciéndoles “que esta sea la ultima vez que vengo a traerte tu material”; pero con el tiempo, estas advertencias dejan de ser efectivas porque nosotros seguimos rescatándolos para evitar que tengan alguna consecuencia negativa; y claro, lo hacemos porque creemos que los padres debemos de evitar a toda costa que nuestros niños sufran “pobrecito, tendrá mucha hambre y le dolerá la cabeza, mejor le llevo su lonche”.

Al rescatar a nuestros hijos, estamos evitando que aprendan valiosas habilidades para la vida; difícilmente podrán aprender de sus errores si nosotros no los dejamos experimentar las consecuencias naturales de sus acciones. Cuando está lloviendo y no traigo mi paraguas, la consecuencia natural será que me voy a mojar, y eso para mi es algo desagradable. Si a mi hijo se le olvida su lonche, la consecuencia natural es que le de hambre y sentirá malestar; lo más probable es que al día siguiente no se le olvidará su lonche en la mesa de la cocina.

A veces es necesario dejar que nuestros hijos experimenten estas consecuencias naturales, pero para que realmente sean efectivas, no debemos de intervenir en ellas. Por ejemplo, nuestro hijo experimenta hambre por haber olvidado su lonche (y nosotros lo dejamos experimentar esa consecuencia natural), cuando regresa a casa, al comentarnos lo que sucedió y nosotros llegáramos a responder algo como “te dije que yo no te llevaría tu lonche, ya sabía que esto iba a pasar, ¿Ves lo que sucedió? Te dio hambre por haberlo olvidado”. Este tipo de comentarios afecta de manera significativa nuestra intención al establecer consecuencias naturales, porque le estamos haciendo entender a nuestros hijos que nosotros teníamos la razón y que no podemos confiar en que ellos hagan las cosas por sí mismos. Este tipo de comentarios genera sentimientos negativos de enojo, rebeldía o retraimiento.

La mejor manera en que nosotros podemos intervenir ante estas consecuencias naturales es realizando comentarios como “me imagino que te dio mucha hambre en la escuela y te sentiste mal, confío en que mañana podrás llevar contigo tu lonche” y si este tipo de comentarios va junto con un abrazo, estaremos siendo empáticos con el niño y al alentarlo, le estaremos permitiendo desarrollar habilidades para la vida.

Al rescatar a nuestros hijos, les estamos mandando el mensaje incorrecto de que ellos no son capaces de hacerse responsables de sus propios asuntos. El permitirles que experimenten consecuencias naturales de una manera empática, les enviamos el mensaje de que ellos pueden solucionar por sí mismo sus problemas simplemente porque tienen la capacidad de hacerlo; y al sentirse capaz, los niños podrán resolver cualquier otra situación que se les presente.

Dennis Charles: Mamá de dos niñas, psicóloga con Maestría en Aprendizaje y cognición y especializada en neuropsicología infantil, certificada en Discipline Positive Parent Educator y en Encouragment Consult.
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