Por Clara F. Zapata Tarrés
Como seres humanos que somos, tenemos el enorme poder de elegir cómo vivir la vida, qué elementos incorporar o desechar de nuestras costumbres, qué componentes queremos heredar a nuestros hijos y cuáles borrar o transformar. Ver la vida como estática o pasmada sería tan poco creativo e incluso aburrido. La libertad, pues, es una condición inherente a los seres humanos, y en este sentido, somos responsables de hacer uso de ella. Así, asumir vivir en libertad también implica decisiones y elecciones vinculadas con nuestra esencia misma. Puedo elegir quedarme ahí o cambiar y arriesgarme a tener una vida distinta, asumiendo las consecuencias (buenas, malas, y todos los tonos que le queramos poner) en todas sus dimensiones.
Preguntaría entonces, ¿Cuáles han sido las pautas de tu cultura que has retomado y por qué?; ¿Qué elementos de la crianza que te regalaron tus familiares estarías dispuesta a preservar y cuáles a desechar? Tenemos marcos culturales que tal vez encuadren nuestras cosmovisiones pero esto no impide que elijamos aventurarnos o tengamos la intuición de que las cosas pueden ser distintas y en consecuencia actuemos al respecto.
¿Quién es una persona que decide amamantar y qué hay alrededor de esta figura? Siguiendo con el hilo de esta reflexión, recordemos a las primeras mujeres que decidieron que el camino fuera distinto, independientemente de sus ideologías, creencias y costumbres. Para muestra, un botón. La Liga de La Leche se formó con siete mujeres que decidieron en 1956 que ellas iban a amamantar y que además iban a apoyar a otras mujeres en este camino. Han pasado varios años, más de 60, y la diversidad y el cambio han sido una constante. Muchas de nosotras no fuimos amamantadas y provenimos de una generación de madres que recurrieron a los sucedáneos de la leche materna por diversas circunstancias: elección, influencia de la mercadotecnia, obediencia al personal de salud, condiciones de trabajo adversas, pero básicamente a no encontrar apoyo ni acompañamiento de la sociedad en general. Y efectivamente, el contacto con otras mujeres, el apoyo de madre a madre, la red generada en estas circunstancias, llevó a hacer posible la lactancia.
Nunca he escuchado a alguna madre que afirme que la fórmula ha sido la llave para la emancipación de las mujeres en el mundo laboral. Más bien lo que se escucha muy seguido es que existen obstáculos muy claros para lograr amamantar y trabajar, aunque existan algunos esfuerzos y se creen legislaciones o entornos posibles para ello. Y lo que he escuchado también es que gracias a muchas mujeres que se han mostrado seguras y quizás tercas, efectivamente las condiciones sí han cambiado para bien. Estas mujeres han logrado abrirle el camino a otras, desde muchas trincheras y diferentes papeles sociales, no solamente en el laboral.
Amamantar nunca ha sido una obligación… Una gran diversidad de investigaciones así como las mismas experiencias y relatos de personas que asisten a los grupos de apoyo, demuestran que al contrario de lo que algunos pocos piensan, las mujeres queremos amamantar. Pero del deseo a la posibilidad existe un gran trecho con múltiples obstáculos. La persistencia, asumir que no será un camino fácil y la apertura a probar enfoques multidimensionales y conocer mis propios límites en esta elección puede ayudar a que los pasos sean autónomos y que logremos asumir nuestra responsabilidad y toma de decisiones. Los sentimientos, las emociones al respecto son muy importantes aquí. La manera en cómo nos relacionamos con otras mujeres o personas que nos apoyan, en un diálogo abierto, sincero, transparente, ayudará más aún en tomar las riendas de mi propia libertad, sin culpas.
Sí, es verdad, podemos elegir. Y por ello, amamantar es en sí un acto revolucionario. Porque a pesar de todos los obstáculos, a pesar de las puertas cerradas, a pesar de algunas personas que deciden nombrar sin fundamentos y con cizaña a los que apoyamos la lactancia, a pesar del monstruo que puede llegar a ser la mercadotecnia avorazada y manipuladora de la industria de la fórmula, logramos decidir por este camino.
Somos actrices de nuestra vida y de nuestro destino. La lactancia no es un tema de las mujeres o personas que han decidido amamantar. Es un tema de salud pública, de cultura y cosmovisión, un tema de política pública. En el momento en que se comprenda de esta manera multifactorial, en el momento en que todas y todos estemos informados, en el momento en que las compañías de sucedáneos respeten por lo menos el Código de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, podremos decir que hemos atravesado un muro muy alto y dar el siguiente paso. Mientras tanto, nos queda persistir y darnos la mano entre las que hemos elegido este camino, solo por nosotras y siempre con respeto, que es lo que siempre hemos practicado.
*”Las opiniones expresadas en este texto son solo mías y no necesariamente reflejan las opiniones de la Liga de La Leche”.