Cuando el cuerpo falla

Por Liliana Contreras Reyes

Lo normal es estar sano. El cuerpo hace y deshace con tal de devolvernos al equilibrio físico. A este proceso se le llama homeostasis, que según el diccionario se define como:

Conjunto de fenómenos de autorregulación, conducentes al mantenimiento de una relativa constancia en la composición y las propiedades del medio interno de un organismo.

Trabajando en lo que trabajo, sé que contamos con un montonal de recursos en nuestro cuerpo para devolvernos esa sensación de bienestar y salud. Están, por ejemplo, los factores de recuperación después de un daño cerebral; la temperatura que intenta acabar con un bicho; la inflamación que rodea a un componente extraño que anda en nuestro cuerpo; el mareo que ocurre cuando el cerebro intenta ordenar la desorientación.

Todo esto lo digo porque esta semana me enfermé. No, no es coronavirus. Fue, como dicen, una cadena de eventos desafortunados: tuve un accidente de cocina con el que mi casa se llenó de humo y se apestó por varios días. A la par de ir limpiando y lavando cortinas y sábanas, pusimos un aerosol para aromatizar. Soy alérgica a los aromas, así que empecé con moco e inflamación de garganta, de forma mucho más abrupta de lo que me había ocurrido hasta ahora. Esto me provocó una infección que pasó a mi oído, la cual terminó en mareos constantes, que me impidieron manejar, pararme y hasta estar sentada, además de vómito y estrés por no poder acabar con mis actividades pendientes del día.

Pocas veces he estado al cuidado de otros  (aunque son muchas si las comparo con el número de veces que mi esposo ha necesitado que yo lo cuide). La mayoría han sido por riesgo en mis embarazos. Esta vez fue peor por varias razones: fue intempestivo, jamás me había ocurrido algo así; los mareos y vomito empezaron cuando venía manejando a casa con mis dos hijos en el carro, lo cual me asustó mucho; después de 48 horas todavía no podía sentarme; después de 72 horas, todavía no me puedo mantener en pie; medicamento por ¡30 días!

Tres cosas surgen de todo esto:

Miedo. A que algo pase a mis hijos cuando soy la principal responsable de ellos. No alcancé a darle de comer a ChuyCarlos ese día y él solito fue y se sirvió un yogurt. Afortunadamente, como un mes antes le regalé una escalera antiderapante porque andaba trepándose a todos lados y, con ella, pudo tomar algo del refri (es de los que tienen el congelador abajo, por lo que aún le queda alto). Miedo a no responder a sus necesidades, a fallar o faltar. 

Incertidumbre. En un documental que hay de Bill Gates, él comenta algo como que esperaba no incapacitarse mentalmente, que podría dejar de caminar o de ver, pero no de pensar. Ahora que lo pienso, cualquier malestar físico puede acabar con gran parte de nuestra personalidad y es en verdad de fuertes y valientes resistirse a ellos. Bien lo dice mi amiga Lorena González: en algún momento, TODOS tendremos una discapacidad. ¡Ojalá pudiéramos elegir cuál y cuándo! 

Reflexión. ¿De qué me tengo que deshacer y con qué me tengo que quedar después de esta experiencia? Tengo que simplificar mis días y quedarme con lo más saludable y provechoso. Para empezar, buscar aromatizantes no tóxicos, quitar media docena de vueltas en la semana, buscar ayuda, compartir responsabilidades con mi marido y, por supuesto, no volver a cocinar en horas que normalmente no cocino para evitar incidentes (es broma).

Es invaluable nuestra salud. Si mi cuerpo funciona, me responde al cien por ciento a las exigencias. Si yo no lo cuido, ¿entonces quién?

P.D.: Sin querer y sin planear, adelanté el 9M en mi casa. Ya sabemos cómo sería #undiasinnosotras.

 

Liliana Contreras

Psicóloga y Licenciada en letras españolas. Cuenta con un Máster en Neuropsicología y una Maestría en Planeación. Se dedica a la atención de niños con trastornos del desarrollo. Fundó el centro Kua’nu en 2012 y la Comunidad Educativa Alebrije en 2019. Ha publicado en la revista La Humildad Premiada, Historias de Entretén y Miento, La Gazeta de Saltillo, en los periódicos Vanguardia y Zócalo de Saltillo. Colaboró en el libro Cartografía a dos voces. Antología de poesía (Biblioteca Pape & IMC, 2017) y en el Recetario para mamá. Manual de estimulación en casa (Matatena, 2017). Publicó el libro Las aventuras del cuaderno rojo (IMCS, 2019), Brainstorm. Manual de intervención neuropsicológica infantil (Kuanu, 2019), Abuelas, madres, hijas (U. A. de C., 2022), Un viaje por cielo, mar y tierra. Aprender a leer y escribir en un viaje por México (Kuanu, 2022) y, actualmente, escribe para la revista NES, en la edición impresa y digital.

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