Laura Prieto.
Estamos pasando por algo que se proyectaba en películas, lucía tan fantástico, inimaginable, mas parecido a la ficción que a la realidad, pero aquí estamos, quien puede en casa, quien no, yendo a trabajar con miedo, estamos en medio de una pandemia para la cual solo el cine nos había preparado.
Yo, hoy tengo la oportunidad de quedarme en casa, con mi esposo y mis hijos, en resguardo, responsablemente, agradecida de poder estar encerrada, pero con mi corazón un poco triste por mi tattoo shop, mi proyecto tan querido, estoy con la congoja de saber cuanto tiempo sobrevivirá, el último tatuaje que hice me puso casi al punto del llanto, cerrar la cortina con el temor de cuando se volvería a levantar, la resistencia a dejar de tatuar, después de casi 18 años continuos las maquinas se detuvieron, me dolió, pero habría sido muy irresponsable de mi parte seguir tatuando: sangre, agujas, espacio cerrado, contacto cercano, dejar una herida en la piel por donde este horrible bicho podría entrar, no seria nada responsable de mi parte, así que cerré y me fui a casa. Estoy poniéndome creativa para sostener el estudio esta cuarentena, haciendo retratos, diseños, veré que más se me ocurre, a veces tengo un pensamiento infantil, la esperanza de decir “¿y si no nos pega tan fuerte?, ¿qué tal si somos los que inexplicablemente no sufrieron graves daños y perdidas humanas?” se que es un pensamiento iluso, pero me funciona mas que imaginarme como Italia, no sé es algo para lo que no estas preparado.
En casa me he acordado mucho de mi abuelita, mamá de mi mamá, ella se molestaba si sus hijos y nosotros nietos nos poníamos muy festivos en semana santa, (como mucha gente esta cuarentena) y nos decía “estos son días de guardo y reflexión” y así estoy, en guardo y reflexión y te invito a hacer lo mismo, si puedes, si estas en casa o si trabajas y llegas a casa y lo sientes como un santuario, reflexiona, mira que frágiles somos, que lo frívolo ha quedado de lado y las profesiones menos valoradas de los trabajadores de la salud son los que nos estarán manteniendo vivos y con esperanza, no es el estilista al que le pagas miles de pesos, tampoco la entrenadora personal, será la enfermera que trabaja con lo más mínimo de material, será el médico que hace guardias inhumanas perdiendo días festivos, incluso nacimientos de sus propios hijos, serán los químicos mal pagados “que solo sacan sangre” ellos se acercaran a ti, a los tuyos, valoremos las profesiones humanas. Hoy tengo miedo de mis familiares que trabajan en hospitales, y que aun así están optimistas y al pie del cañón, lo menos que puedo hacer es quedarme en casa, reflexionar y seguir con pensamientos fantásticos de que todo estará bien, somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol.
No estas sola.