DESPUÉS

Por Dona Wiseman

Me imagino el día que salgamos.  Algunas irán corriendo a los brazos de las personas que encuentran en su camino.  Otras seremos muy cautelosas.  Saldremos encandiladas, física y emocionalmente.  Parpadearemos.  Parada delante de ti, es posible que me encuentre hesitante, desacostumbrada, incierta.  Tal vez querré asegurarme de que sí eres tú.  Tal vez me acercaré con cuidado, viviendo cada paso con el significado que supone para mí.  Tal vez volveré hacia atrás y me sentaré por allí, en la espera de no tener que pasar por la inseguridad de la vida.  Prefiero proponer la pérdida que realmente vivirla.  Tal vez que se avecina una especie de shock postraumático, que podré vivir en exceso de “contacto”, tal vez superficial, o bien en la comodidad de estar adentro, en la falsa seguridad que me aporta el aislamiento.  No creo muy exagerado imaginarme escenas similares a las de las películas postapocalípticas, asomándonos algunas de una a una por ventanas mientras otras salen por impulso, sin percibir la frontera entre fuera y dentro.  Hoy pienso que en ese momento sentiré algo de miedo al dejar la “seguridad” de mi encierro.  Pienso que tal vez volveré un rato a la fase de reaproximación del niño que recién camina, que se aleja de la madre y voltea para asegurarse de que ella aún está allí.  Tal vez creeré que ya no existes, que el mundo ha cambiado tanto que lo que antes había ya no está.  Y, de hecho, estoy segura de que así será.  Espero que así sea.  No que no existas tú, nada de eso, sino que lo que antes había no esté.  Deseo con fervor que mi manera de estar conmigo, contigo y con el mundo cambie tanto que no pueda volver a lo de “antes”.  Deseo que salgamos de las puertas de nuestras casas habiendo podido sortear algunos de nuestros demonios, cuando menos.  Hace no-recuerdo-cuánto-tiempo hice un retiro de 10 días en aislamiento, sola en una habitación.  En ese retiro no tenía libros, teléfono, internet, computadora, ni cafetera.  Bastaron 10 días para sortear cuando menos 1 de mis demonios.  Tal vez 40 días, que no son aislamiento total, basten para sortear algún demonio más.  Tal vez la ansiedad o la intolerancia.  Tal vez el espacio que existe entre mi plexo solar y mi garganta.  Tal vez no sea casualidad que ayer me pidió una persona que participara en un proyecto suyo; traduciendo su libro sobre el amor.  Tal vez no hay casualidades.  Tal vez era y es el momento. 

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS