Por Blanca Garza y Vero Barreda
Las crisis del mundo nos duelen, claro que sí, no hay forma de negarlo, además tienen un costo social importante; sin embargo, de ellas emergen oportunidades para repensarnos como sociedad, cultivar la empatía, aumentar nuestra resiliencia, y de esta forma construir comunidades más seguras y solidarias.
Querida y querido lector, es un gusto estar compartiendo estas líneas contigo en estos momentos de inquietud, incertidumbre, ansiedad, de un cóctel de emociones que se han presentado ante esta situación que hoy todas y todos vivimos. Hoy tenemos una petición especial para ustedes, queremos que nos leas hasta el final, apelamos a que hoy tenemos tiempo, a lo mejor hasta tiempo de más.
“Libertad”, esa palabra que usábamos tan a la ligera, esa piel que nos poníamos a diario sin darle mayor importancia, y que hoy nos duele no tenerla, cómo la pensamos y añoramos aun sabiendo que pronto volverá.
Algunas y algunos llevamos ya semanas en nuestras casas, hay quienes lo llaman cuarentena, otros, cautiverio, otros, encierro. Hemos cedido de manera voluntaria nuestra libertad para salir a la calle, para trasladarnos, para reunirnos, para abrazarnos.
La causa es buena, los que podemos hacer este “sacrificio” estamos apoyando a los que no pueden. Estamos cuidando a los que tienen que salir para ganarse la vida; protegiendo a nuestros seres queridos y en última instancia a nuestro país, a nuestra casa grande llamada Tierra; sin embargo, cuesta y mucho.
Este es un escenario “elegido” porque pudiéramos no seguir las recomendaciones y salir, comprometiendo el bienestar de todos, por ello es una decisión “afortunada”, porque a muchos nos permite estar en casa, con nuestra familia, alimento y comodidad.
¿Nos permites invitarte a pensar en otra realidad? La de una persona a la que se le acusa de cometer un delito, aún no ha sido juzgado, aún no se comprueba su culpabilidad, pero entre que se define o no, los legisladores han determinado que pierda su libertad. Esta es la prisión preventiva oficiosa. Si se te acusa de un delito que está en el catálogo antes de averiguar, pierdes ese bien tan preciado.
Dentro del trabajo de nuestra asociación EMCOPAZ Empresa Constructora de Paz AC, hemos podido intervenir con restauración emocional dentro de los tutelares tanto femenil como varonil, así como en el CERESO Femenil aquí en Saltillo. Igualmente hemos podido colaborar con la Asociación Documenta AC, que trabaja por un sistema de justicia incluyente y respetuoso de los Derechos Humanos dentro del sistema penitenciario. Hemos visto reportajes, documentales, investigaciones que nos muestran que es estar “encerrado” ahí adentro.
Entrar a una cárcel es diametralmente diferente, automáticamente te conviertes en un número más de las estadísticas de México, compartes celda con más personas de las que humanamente pudieran caber, los alimentos que te dan no en algunos lugares no pueden llamarse comida, no tienes baño propio, ni agua corriente y tu vida e integridad corren riesgo a cada segundo del día, no hay descanso.
Mientras tú estás “encerrado”, los que se quedan afuera tienen que trabajar el doble para poder mantenerte “vivo” adentro y poder pagar para visitarte, por unos momentos, rodeados de personas en un espacio por demás incómodo, pero quiero que entiendas que, para este momento, sigue sin demostrarse que cometiste el delito.
No sé ustedes, pero en el encierro en el que vivimos, con todas las comodidades, los días pasan lentos y las emociones son rápidas, en unas cuantas horas pasamos de la desesperación a la paz, de la esperanza a la desesperanza, también por momentos de angustia, tristeza, incertidumbre y otras emociones. Ahora imagina lo que se vive un solo día en prisión.
En cincuenta días hemos aprendido a valorar nuestra libertad, deberíamos aprovechar este tiempo para valorar también la de los demás, sobre todo de aquellas personas, que no son pocas, a las que después de años en la cárcel, les dicen “es usted inocente, disculpe las molestias”. Claro, no importa, solo le arruinaron la vida, ¿te parece poco?
Usemos el tiempo que tenemos para pensar y reflexionar que la libertad es un derecho que no se puede restringir a la ligera porque aún en las mejores condiciones lastima de forma muy profunda a quienes no pueden tenerla. Debe ser siempre protegida y respetada hasta las últimas consecuencias.
¿Estás cansada(o), ansiosa(o), fastidiada(o) y frustrada(o) por no poder salir? No te preocupes, en unas semanas podrás hacerlo y te irás reincorporando a tus actividades habituales, con las medidas pertinentes para mantenerte a salvo, quienes estén en prisión preventiva oficiosa no podrán hacerlo y por tiempo indefinido, muy seguramente injustificadamente, ¿no te parece que debemos cambiar eso?