DIARIO DE UNA PANDEMIA VI

ME HE DADO PERMISO EN ESTA CUARENTENA

Por Miriam Valdez

Cumplí cuarenta y tres años hace casi un mes. ¡Qué cumpleaños más distinto y bizarro! En verdad. Sigo sin saber si estoy soñando o es una de esas veces en que piensas que la vida te está diciendo “qué pasaría si tomaras éste camino que te lleve a tal dimensión” y que simplemente tomaste el camino equivocado y ahora estás aquí… ¿o el correcto? Nada es casualidad.

El caso es que llevamos más de 70 días en cuarentena. En un inicio, con tan sólo tres días de encierro, percibía mi vida tan cambiante y un tanto caótica. Hoy, me he acostumbrado a ésta nueva vida y me sienta bien… ¡me gusta!

Sólo que ahora sí me he dado permisos, de esos que no me dejaba ésta mente apegada a las normas. Esa mente en la que me he visto envuelta desde que recuerdo: soy un ser libre, pero tengo ataduras; soy abierta de ideas, pero tengo prejuicios; soy hedonista, pero encuentro el pecado en tantos lados; soy respetuosa, pero juzgo; soy ambientalista, pero conceptualmente; soy educadora, pero sigo métodos tradicionalistas y costumbres para que “mis hijos encajen con lo que está permitido socialmente para un niño y que no parezca mal educado o abandonado”; soy una mujer natural, pero me importa mi imagen, uso cremas para las arrugas y cuido la dieta y, a veces, hasta me peino…soy un montón de cosas totalmente contradictorias y en gran parte, incongruentes. Pero he sido lo que creo que debo ser, en cada momento y decisión.

Pero ahora, ¡me he dado permiso de tanto en esta pandemia! Me he dado permiso de comer tantas cosas ricas y no sentir culpa, de cocinar con música y sin prisas, de ver una serie hasta la madrugada, de andar en pijama todo el santo día -por varios días- de no maquillarme ni pasarme la secadora por 53 días exactamente, de no tener compromisos sociales (ni en zoom), de salir a caminar cuando me siento bomba y que el mundo ruede, de leer lo que realmente quiero leer, de contestar whatsapp’s cuando pueda, de dejar el celular a un lado, de no tratar de investigar y razonar todo (especialmente COVID)…me he dado permiso de observar, de sacar lo peor que tengo -que ha salido a flote claramente- y de valorar lo maravillosa y fuerte que puedo ser. 

Con los hijos sucede algo: hemos dedicado a lo largo de los años tiempo con ellos de juego, de experimentos, de experiencias, de retos, de acompañarlos en sus inquietudes, habilidades, aprendizajes y logros, que finalmente –creo- les estamos dando un respiro para que estén libres haciendo lo que elijan sin estarlos “encausando”.

Con la tecnología sucedió que, aún con tanta resistencia de mi parte, es algo que llegó para quedarse y que es necesario en su vida. Mantuvimos a los dos mayores alejados de ipad’s y videojuegos muchos años, hasta ahora. Creíamos que era algo un tanto “atroz” en sus vidas. Sin embargo, vivir en los extremos no es bueno, ese equilibrio que trato de perseguir es la base de todo: ellos se comunican de esa manera en estos días y el COVID solo derribó el muro para constatarlo ante los ojos de todos. Me parece maravilloso que “chateen” con un amigo, que tengan una video-llamada con la familia, que entre ellos dos estén jugando en línea, que sepan buscar algo referente a la tarea, que puedan investigar cómo hacer un dibujo en 3D y lo realicen, que saquen recetas de internet, las sepan guardar en “favoritos” y las vayamos cocinando. Que busquen temas de su interés y aprendan viendo videos, testimonios, documentales y no solamente aprendiendo de memoria tantos textos y conceptos.

Mi vida no está muy alejada de lo que era anteriormente, más bien ha sido un aprendizaje  y una introspección forzosa. Liberador. Reconfortante. Esperanzador. No necesitaba una pandemia para hacer un alto profundo, quizás solo necesitaba tiempo para atreverme y voltear a verme a mí misma, así, sin tapujos, sin prisa, y abrazarme con fuerza. Para muchos, lo anterior citado es algo cotidiano y lógico, para otros, el despertar aún no llega…para mí, es una clara evidencia del despertar de la conciencia y el verdadero actuar.

Miriam Valdez

Soy mujer, madre de tres, esposa de uno. Licenciada en diseño gráfico, máster en administración, comunicóloga de clóset. Amante de la lectura, de la cocina y de la naturaleza. Escribo desde muy pequeña como una forma de reflexión y expresión sin grandes pretensiones. He llevado mi vida por muy diversos caminos y fases. Inicié una vida profesional en el sector privado alcanzando puestos importantes y decidí dejarlo para vivir mi maternidad más de cerca. A partir de ese momento he emprendido negocios, me involucro en proyectos que me representen reto, ingreso y diversión. Mi búsqueda constante: el balance. Mi mayor satisfacción: ser madre.

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