Por Lorena González
Hoy tuve una mañana “sensible”.
Iba a tener una mañana ocupada, tenía la taza de café lista, primera junta cierre de año de Massimo, agradecida escuchando lo logros que tuvo este año y contenta por las súper maestras que le tocaron y el gran esfuerzo que hicieron todos para terminar así. Me aguanté las ganas de llorar al escuchar que se expresaran bonito de él, fin de la junta…
Sorbito de café, lista para la junta de Luca, se me salieron de nuevo las lágrimas al escuchar todos sus logros, agradecida también por las geniales maestras que lo guiaron este año y feliz de escuchar cosas tan bonitas de mi niño, lágrima aguantada, fin de la junta…
Grito de la enfermera de Elisabetta, se rompió la sonda no le puedo dar de comer y como tuvo terapia temprano ya se está haciendo tarde para alimentarla.
Nervio total, le duró años esta sonda, piensa rápido… Opción A) Háblale a uno de sus doctores y nos arrancamos al consultorio a cambiársela (inconveniente: nos urge porque ya se le pasó la hora de comida y nos vamos a tardar en prepararla para sacarla de la casa); Opción B) Hospital, descartado por tema Covid; Opción C) ya me han explicado mucho y sé que yo lo puedo hacer en la casa, sin embargo me da miedo hacerlo sola, sin supervisión y lastimarla…
Agarré el teléfono y le marqué al Gastro a quien tenemos mucho sin ver, me contesta al segundo timbre:
—”Hola Lore ¿cómo están?”
—”Bien Gracias y tú doctor?”, continué… “se le rompió la sonda a Elisabetta y me siento insegura de hacerlo sola en casa, ¿te puedo llamar por video para que me asesores?”
-“Claro dame 15”.
Tengo todo listo y el corazón como si fuera a correr un maratón, necesito manos para sostener el celular en la video llamada, mientras la enfermera y yo maniobramos y hacemos el cambio.
Volteo y veo a Massimo, “Massimo quieres ver cómo le cambiamos la sonda a Elisabetta?”, “Siiii!”, le pareció muy emocionante. “Ven y sostén el celular tú vas a detenerlo para que vea el Doctor…”
Listos, empezamos, se nos olvidó una jeringa con punta, corremos, la encontramos, el lubricante ¿dónde está? ¡Hay que lubricar el nuevo botón para que entre! Lore, mete la jeringa por un lado saca el agua y tírala. Listo, ahora saca el botón recto ya está el caminito. Lo siento atorado y no creo que por ese pedacito pueda salir… Jálalo sin miedo ? Elisabetta se queja, lo jalo no salía, me vuelve a decir, Jálalo sin miedo, no sé si grite, se me salía el corazón, al fin salió…. Elisabetta quejándose… Le vi el agujero, Doctor le está saliendo sangre ? Agarro gasas y le limpio como he visto que le hacen, me traumé al ver sangre y algo blanco dentro del estómago. Me dice, Lore claro que hay sangre ¡está viva! Pienso uff, es vdd.
Prepara el nuevo botón, inflalo por fuera para ver qué no esté dañado, lo inflé, todo perfecto. Ahora si para adentro ya está el camino. Ese si lo metí en un segundo, solo escucho que me dice, a dónde te mando el diploma y se ríe muy amable, le dije, mejor mándame un Tafil. Colgamos…
Abracé a Elisabetta con todas mis fuerzas por ser tan valiente y la traté de calmar porque se quejaba un poco, le pedí perdón por si la lastimé, la dejé en la cama, le di cuerda a su caja de música, en eso me entró una llamada de mi prima y le contesté como María Magdalena. Lloré 15 minutos seguidos con ella al teléfono. Yo me preguntaba por qué me dio tanto sentimiento pero al mismo tiempo me sentía muy agradecida por poder contar con doctores a quienes les marcamos, nos contestan y nos acompañan siempre con la mejor actitud.
No supe cómo había estado él este tiempo que no lo vimos, no le pregunté por su familia, ni por cómo la están pasando en el hospital con el tema Covid, solamente después de meses tomó mi llamada y nos acompañó en este momento. Colgamos, lloré y seguimos con nuestras vidas.
Gracias por estos momentos de aprendizaje, gracias porque a pesar de que nos toca vivir momentos de locura, nunca estamos solas.
Si existen los Ángeles y somos nosotros mismos cuando nos damos a alguien más en sus cinco minutos de pánico.