Por Laura Prieto
Con la reactivación económica muchos giros de negocios han vuelto a abrir y con ello el número de contagiados de Covid 19 se ha multiplicado, desde semanas antes de la re apertura económica nos fueron guiando para hacerlo de manera segura y con control, y aún así, todo salió mal.
En mi negocio, desde hace años cumplo con las instrucciones que en este 2020 me envío mi inspector de salubridad: limpiar el área del trabajo después de cada cliente, lavarme las manos antes y después de tatuar, trabajar por cita, cubrir mi material de uso común, como lámparas, fuente poder, pedal, etc y esterilizar lo que no sea desechable, a todo esto le agregaron que los clientes usen cubrebocas y se laven o desinfecten las manos al llegar al estudio. Toda la “nueva normalidad”, en un giro que implica sangre y agujas es normal, considero que muchas de estas indicaciones deberían ser normales para siempre.
Lavarse las manos después de ir de compras, de usar transporte publico, llegar a la casa de un día caluroso y llegar al baño a lavarte antes de saludar a tus hijos, yo, personalmente desde que soy mamá esa es una instrucción en la casa, si alguien llegaba a visitar al bebé o si iban al parque, de rutina era lavarse las manos, porque afuera no solo está el covid, hay más virus, bacterias y parásitos que pueden entrar a nuestro cuerpo si no nos lavamos las manos, entonces esto de la “nueva normalidad” de lavarse las manos frecuentemente, debería ser normal.
También debería ser normal que halla agua, jabón, papel sanitario y toallas desechables para manos en los baños de lugares públicos, porque es tan clásico llegar y ver los dispensadores de adorno nada más, la higiene básica no debería ser considerada como novedosa. La sana distancia aplica igual, sería bueno enseñar a los niños acerca del espacio personal, porque ¿a quién no le ha tocado un golpe en el tobillo con el carrito del súper mercado, cuando avanzas medio paso y la persona que está atrás avanza encima de ti pegándote con su carro de compras? Espacio personal, si necesitamos, incluso cuando manejamos y otros conductores no guardan distancia, la sana distancia debería ser normal.
Usar cubrebocas en la calle, ¡úsenlo! No les da hipoxia, tengo 17 años usando cubrebocas casi las 8 horas de mi horario laboral, en un espacio cerrado y no me ha pasado nada, no me he intoxicado con mi propio monóxido de carbono, y, es más, dada la contaminación en Saltillo creo que nos ayudará a respirar menos mugrero.
No nos cuesta nada, hacer este esfuerzo, de la “nueva normalidad” que casi todo, excluido el cubrebocas, debería ser siempre normal: lavarse las manos, limpiar el celular y objetos de uso cotidiano, limpiar superficies, limpiar el área de trabajo, todo esto, es higiene básica, distanciarnos unos de otros, de los desconocidos en espacios públicos, tan bonito que es el espacio personal, no saludar de beso, como antes, que cuando te presentaban a alguien te saludaba de beso o de mano, no, nunca fui de hacer eso.
Acatemos la “nueva normalidad” para pronto volver a ver a la gente que de verdad queremos cerca.
No estás sola.