Por Angélica Rodriguez
Recuerdo claramente durante un proceso de reclutamiento que en una entrevista laboral me pidieran mencionar alguno de mis defectos. Yo tenía la que consideraba la mejor respuesta: “Soy muy perfeccionista”. En ese entonces no lo consideraba algo malo, al contrario era de esos defectos que te hacen quedar bien ante un posible contratante. Después de todo ¿Qué tendría de malo hacerles saber que buscaba la perfección en todo lo que hacía?
Si te consideras una persona perfeccionista, estoy segura que puedes recordar al menos alguna ocasión en la que hayas presumido ese talento. Yo lo hacía constantemente hasta el día que me di cuenta de las consecuencias de serlo y de su verdadero significado. El perfeccionismo me había llevado a procrastinar y a pausar proyectos porque no consideraba que estuvieran listos. En ese momento no me quedo la menor duda de que realmente es un defecto y que me estaba afectando.
Probablemente tenemos la idea errónea de que es algo bueno porque incluye la palabra perfección implícita y se nos ha enseñado que para triunfar en la vida siempre debemos buscar el perfeccionamiento.
Comencemos por conocer la definición según la Real Academia Española; Perfeccionismo: Tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado.
Aquí se encuentran las dos claves que nos indican que esta actitud no es positiva: indefinidamente y sin decidirse.
El perfeccionismo te lleva a un estado de ansiedad e inseguridad constante de querer lograr una perfección inalcanzable, ya sea que tengas expectativas poco realistas de ti mismo o que te esfuerces por alcanzar estándares idealistas establecidos por alguien más.
Amy Morin menciona en su libro “13 cosas que las mujeres mentalmente fuertes no hacen” que alguien mentalmente fuerte no insiste en la perfección. La autora comparte algunas afirmaciones para realizar un autoanálisis acerca de si padeces de esta condición. Como todo el primer paso es aceptarlo así que a continuación encontrarás algunas de ellas:
- Si estoy intentando algo nuevo y no soy bueno lo dejo.
- Siempre que recibo una crítica aunque sea constructiva la siento como un ataque personal.
- En cualquier cosa que hago noto más las pequeñas imperfecciones que las cosas que me gusta.
- Procrastino porque tengo miedo de que mi trabajo no sea perfecto.
- Experimento ansiedad cuando siento que no tengo el control.
- Me cuesta trabajo terminar un proyecto porque siempre pienso que lo puedo mejorar.
- Constantemente estoy esperando a que llegue el momento ideal.
- Paso mucho tiempo pensando cómo puedo mejorar mi apariencia.
Si te identificas con al menos alguna de estas afirmaciones, es momento de que aceptes tu perfeccionismo.
Tal vez podrías considerar que no está del todo mal, pero la realidad es que luchar siempre por la perfección no es saludable. Sobre todo cuando no eres consiente de que esa actitud está afectandote. Debes reconocer que ser perfeccionista perjudica más de lo que ayuda. Cuando eres perfeccionista, nunca sentirás que eres lo suficientemente bueno. Esperar más de lo que eres capaz de dar es un problema serio que evita que vivas una vida plena.
Es importante destacar que buscar hacer las cosas de la mejor manera posible no es el problema, ni es algo que se deba de eliminar. Pero existe una delgada línea entre buscar la perfección y ser perfeccionista que no se debería cruzar. Por ejemplo algunas señales de alerta serían: ante cualquier actividad realizada tiendes a tener una alta concrentación en los errores, preocupación por lo que pudo haber estado mejor y constante evaluación de las mejoras que se deben hacer. Irónicamente este sentimiento afecta tu desempeño y evita que des lo mejor de ti.
El perfeccionismo frecuentemente encubre el miedo de que, de alguna forma, no somos lo suficientemente buenos y nos lleva al auto sabotaje y a procrastinar. En lugar de esperar a ver como salen las cosas, prefieres arruinarlas tú mismo o simplemente no realizarlas.
Las mujeres desafortunadamente somos más suceptibles a esta condición. Nos encontramos bajo una presión constante de poder hacerlo todo y al mismo tiempo vernos bien. Socialmente se ha mostrado la imagen de la mujer como un ser poderoso que se desempeña con excelencia en todas las áreas de su vida; siendo mamá, esposa, empresaria y ama de casa impecable. Frases como “Las mujeres pueden con todo” o “Las mujeres siempre lucen perfectas” nos hacen querer serlo para complacer a otros o para satisfacer las irreales expectativas sociales. El resultado es que si no eres eficiente, productiva y excelente en todo lo que haces esto se convierte en una sensacion de incompetencia y falla.
Si sientes que el perfeccionismo ha afectado tu vida intenta empezar por asumir que no tienes que ser perfecto para tener éxito. Evita juzgarte y criticarte con palabras severas. No esperes que otras personas sean perfectas. Pon tu mayor esfuerzo en todos aquellos planes y actividades que realices. No te detengas, hazlo. Al final de tu vida, no habrá nadie que te dé un premio por “nunca fallar”, probablemente ni siquiera lo noten. Pero te pueden admirar por ser valiente, esforzarte por ir más allá de tu zona de confort y dar lo mejor de ti. La disposición a ser imperfecto te hace más fuerte. La verdadera fuerza mental está en darte un descanso de vez en cuando. Perdonarte, permitirte cometer errores y saber que vas a estar bien incluso si fallas. No trates de esconder tus defectos con otros. Acepta las imperfecciones que no puedes cambiar para poner tu energía en las cosas sobre las que sí tienes el control. No tengas miedo de compartirlas, lo más cercanos a ti ya saben que no eres perfecto, de hecho ¿Quién lo es?
Leo tu hermano mayor
Muchas felicidades Yera !!!!
deseo que este sea un paso para deshacerte del perfeccionismo paralizador y el inicio de la marcha sin fin al exito!!
Me da mucho gusto leerte, excelente y muy enriquecedor artículo !!!
Dios te siga llenando de bendiciones