LO QUE UNA YA SABE

Por Dona Wiseman

Intuyo que la vida es armónica.  En el fondo de mí, en un lugar muy resguardado, sé que la vida marcha de manera orgánica sin mi intervención.  Mis relaciones conmigo misma, con los demás y con la vida misma se ponen tensas cuando se me olvida.  Las pongo tensas.  Se me olvida lo que resumí hace tantos años en un retiro con Claudio Naranjo: que ya había entendido que todo estaba bien, que yo estaba bien tal y como era en ese momento y en cualquier momento.  Me tenso cuando se me olvida que lo que se tiene que resolver se resolverá, de cualquier manera, la mía u otra, conmigo y sin mí, así sin importar mucho lo que yo pueda hacer o no.  Y sí, a veces estorbo más de lo que ayudo. 

Y se hizo la luz.  Sí, ayer a las 5:55pm me avisaron que ya había luz en Foro Amapola.  A las 5:50pm yo había redactado una nota para cancelar la función de hoy debido a la falta de luz.  Tantas veces en mi vida he experimentado que cuando me quito de en medio (cuando me rindo) las cosas funcionan mejor.  No quiero decir que no tengo talentos y cosas que hago bien y que definitivamente son mi responsabilidad.  Lo que quiero decir es que neuróticamente veo todo como responsabilidad mía.  Es una lista larga que incluye desde el patriarcado al negrito en el arroz.  Hace muchos ayeres comenté una sensación que tuve de niña en un día de campo cuando comenzó a llover.  “Tal vez si no he estado yo, no hubiera llovido y el día de campo hubiera salido mejor.”  Sí.  He sido así siempre.  No es un asunto nuevo esto de pensar que todo lo tengo que resolver yo. 

La intuición de que la vida es armónica me ha asaltado varias veces de manera sorpresiva.  Ahora pienso, “¿Y no se te ha ocurrido tomar tu intuición en serio aún?”  Era un día “normal” de formación en psicoterapia Gestalt cuando, sentada sobre cojines en el piso entre el grupo que ya teníamos tiempo de trabajar juntos, comencé a temblar.  Sí, como si tuviera muchísimo frío.  Paco (mi maestro) volteó y me dijo, “No te vayas a mover de allí.”  Entre la intuición de mi cuerpo que me puso a temblar y la sabiduría de un maestro que dice, “Si ésta se mueve se corta la experiencia de lo que le pasa,” me quedé.  No sé cuanto tiempo después se formuló en mi mente una declaración.  “Para cualquier cuestionamiento que existe, hay un sinfín de respuestas.  Y todas están bien.”  Les digo que sí sé que la vida es armónica.  Y aún así, para procesar eso que sé, esa noche caminé de la Colonia del Valle a Chimalistac en el chipichipi del invierno de la Ciudad de México.  Ayer a las 6 de la tarde me serví una copa de vino tinto y seguí trabajando.  Tiende a ser muy difícil aprender lo que una ya sabe.

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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