Por Dora Berlanga
Para mi vivir una crianza consciente es sanación, nunca perfección.
La maternidad y la crianza son un camino de autoconocimiento y sanación propia si elegimos andarlo a consciencia.
Muchas veces aprendemos a sobrevivir y normalizamos el vivir una maternidad sintiéndonos agotadas, desgastadas emocionalmente, terminar el día con la energía completamente drenada por lo demandante que puede convertirse la rutina y el día a día de la infancia o adolescencia de nuestros hijos.
La mayoría de las personas tanto hombres como mujeres, al escuchar la palabra sanación piensan que algo grave o fuerte tuvo que pasar para tener que sanar, pero realmente no es así, la herida es inherente al ser humano y es parte de los aprendizajes que venimos a experimentar en la vida.
Tenemos montones de situaciones, creencias, sucesos, emociones que han marcado nuestra vida y se convierten en una carga, algo que no me deja ser realmente Yo, pero ni cuenta nos damos porque ni si quiera sabemos quiénes somos realmente, que queremos hacer con nuestra vida y a que venimos, cuál es nuestro propósito.
Vivimos en modo automático lo cual es bastante bueno porque transcurren los días sin mayor problema. Sólo que de vez en cuando o muy frecuente están los gritos, luchas de poder en casa, ansiedad, dudas, autocrítica, inseguridades, agotamiento, pensamiento constante, preocupaciones, depresión escondida detrás de pastillas o adicciones, en todas sus gamas o presentaciones, y es válido, muy válido para quienes quieran vivir así, pero la vida consciente es mucho, ¡muchísimo más que eso!
Una crianza consciente es darte cuenta que más que el tener y hacer es imprescindible empezar a Ser y el 2020 ha venido a enseñarnos eso de forma tajante. ¿De qué sirve pagar y tener la mejor escuela para nuestros hijos, ropa, juguetes? ¿De qué sirve hacer y hacer llenarnos de títulos si hay muchísimos jóvenes y personas sin poder incorporarse a un mercado laboral que les ofrezca una retribución que cubra necesidad esparcimiento y caprichos?
Realmente cuanto nos enfocamos en nutrir los aspectos fundamentales que ayudarán a nuestros hijos a Ser todo eso que idealizamos, queremos que nuestros hijos sean felices, sean seguros, sean autónomos, sean líderes, sean personas de bien, (que no me gusta ese pensamiento porque es un juicio muy relativo dependiendo con quien comparemos “esas personas de bien”), y que hacemos para guiarlos a consolidar ese carácter que tenga las bases para Ser todo eso.
Cómo pretendo guiar a mi hijo a ser feliz, seguro, autónomo si a veces como mamá ni siquiera estoy feliz, plena, si a veces no me conozco, si no se navegar mis emociones y canalizarlas, si a veces mi autoestima y mi valía y confianza están por el suelo pero creo que no es así y las disfrazo del mundo exterior.
No puedo enseñar a mis hijos lo que desconozco y por eso para mí ¡una crianza consciente es sanación! Es sanar todo eso que me impide mirarme, que me impide amarme tal como soy, que me impide soltar la resistencia a algún suceso que me dolió, que me impide soltar las cargas que a veces ni son mías pero las arrastro por lealtad. Es sanar las heridas que no quiero ver, es sanar la critica a otros y a mí, es sanar todo aquello que me impide soltar a la víctima y tomar responsabilidad de mi vida, de mi plenitud y por ende la de mi familia. Y resulta que nuestros hijos son especialistas para mostrarnos todo esto, ¡todos los días de nuestra vida!
La vida no volverá a ser como antes, creo que será mucho mejor pero demanda comunidades conscientes, ya no cabe la desconexión de mi Ser, ya no cabe la dualidad, ni el juicio, ni primero yo y al último yo, está en las mujeres crear esas nuevas comunidades basadas en apoyo mutuo, compasión, empatía y fraternidad partiendo de la aceptación constante y verdadero amor y desde ahí educar a nuestros hijos!
¡La vida consciente sabe mucho mejor!