NO ES OPCIÓN

Por Dona Wiseman

Me choca la palabra disfrutar.  Tanto me desagrada que decidí poner atención en lo que me pasa cuando veo, por ejemplo, publicaciones en las que declara alguien, “A disfrutar”.  En resumen, me enojo.  Ok, sí, es probable que me de un poco de envidia de la persona que hace referencia a su viaje a la playa, a sus vacaciones, etc. 

Anoche me puse a averiguar un poco sobre la palabra en sí, sus raíces, la etimología, y su definición específica.  El prefijo “dis” me hace ruido.  Disfuncional, distraída, distante…lo interpreto en sentido “negativo”.  Lingüísticamente me parece que la palabra se compone de un prefijo que podría significar negación o contrariedad y de la palabra “fruto”.  Así como soy de analizadora de lenguaje, me da la impresión de que la palabra es su propia negación.  Sin embargo, disfrutar, para la mayoría de las personas, tiene una connotación eminentemente positiva.  Tal vez es justo allí donde me atoro, en lo positivo. 

Disfrutar está referenciado al placer y la satisfacción.  De hecho, significa “sacar la fruta” o “gozar del producto de algo”.  Se relaciona con recibir las ventajas o resultado de algo, y con aprovechar una buena condición (como de salud).  Me remite al merecimiento, de alguna manera. 

La verdad es que me harto de lo que interpreto como una exigencia.  La demanda que nos proponen las corrientes positivólogas me parece algo tan típico, cotidiano, repetitivo, y común que me encuentro queriendo sacarle la vuelta.  Pero ¿será que estoy tan enfermita de mis sentimientos que realmente no quiero disfrutar?  O ¿será más bien que me engancho con el disfrute que es producto de la programación mercantil que me dice lo que debo y no debo disfrutar y a mí me provoca una formación reactiva que se asemeja a la rebeldía?

Leí que disfrutar es uno de los objetivos del ser humano.  Tal vez mi problema es que aún soy apenas aspirante a ser humano.  Se dice al igual que está referenciado al ocio. No, ocio no tengo.   

Bueno.  Me voy a dar el brazo a torcer.  Admitiré que disfruto ciertas cosas.  Disfruto del buen sexo, del vino tinto, de los viajes, de la compañía de ciertas personas, de ciertas comidas, de las mañanas lentas, de terminar tareas, de tachar pendientes, de la música en vivo, de la libertad, del conocimiento, del dinero, de las cosas nuevas, de ciertos colores…  Y hay tantas cosas otras que no me son disfrutables.  No podría decir que soy negativa.  Tampoco positiva.  Sí soy optimista.  Y tal vez realista. Me estoy dando cuenta de que lo que realmente no quiero ver es lo que no disfruto, lo que me duele, mis quejas.  Estoy viendo que, en mi caso, ver el disfrute me causa contactar lo que no es disfrutable.  Sí, así es.  Si soy consciente, soy consciente de todo.  Si hago contacto real, hago contacto con todo.  Podría volverme a refugiar en la anestesia.  Y no, eso ya no es opción.

noviembre 30, 2020
noviembre 30, 2020

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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