Por Miriam Valdez
Asomo la nariz por quinta vez en la puerta corrediza, 11:05 pm, 6° centígrados. Comienza el invierno finalmente en pleno diciembre. Asomo la nariz y chisto, con cautela, para no jalar aire frío… no debemos enfermar en esta época confusa de covid, influenza, gripe, catarro, alergia, enfriamiento o simple “moquera propia de la edad” -que aún no logro distinguir cuál es cuál a mis 43-. Bichito, bichito, bichitooooo. Nada.
Chisto, silenciosamente, nadie viene. Grito despacio con la intención de no despertar a nadie, emito sonidos casi susurrando: “Cleeeeooooo”. Aún nada. Justo en éste momento, la mascota menor, la más querida, en éste primer bajo cero de la temporada, la más hogareña, la cariñosa, la que sabe los horarios con precisión más que mis hijos, la consentida de cuatro, Cleo, nuestra gatita copo de nieve- con cola que no le pertenece-ojos bizcos… está desaparecida.
Es probable que se tenga que dar alguna explicación y quizás consuelo a ciertas personitas el día de mañana a primera hora. Es probable que entre duendes, cartas a santa, encierros, cuarentenas interminables, escuela en casa, entre todo este perfecto caos… se podría pronunciar un momento de profunda tristeza. ¡Sería una pérdida tremenda! Imagínense: dos perros, dos gatos, tres niños y dos “adultos” conviviendo bien juntitos los últimos 261 días del año.
El día ha sido particularmente largo. El frío trae implícito cierta nostalgia, además de gozo, (nada de ver el despertador a las 6 am para ver si se suspenden clases). Los niños y el marido duermen plácidamente. La cita más importante de todos mis días, llegó. Sin embargo, el libro en el buró sigue aguardando, el duende aún no tiene instrucciones precisas, la copa de tinto sigue intacta, el carrito de compras online continúa vacío, la espuma limpiadora sigue esperando (que al cabo hoy no porque el agua está re-helada).
En éste tercer turno (que estoy segura vivimos muchas mamás), en éste preciado –y preciso- momento, sigo vigilante porque falta uno de los nuestros… y eso no se vale. No se vale, porque el 16 de Marzo de éste año, día que inició ésta “nueva aventura”, habíamos quedado que en ésta tripulación, nadie se raja y nadie abandona el barco…
Cleo, regresa. Por favor.
Nota: Resulta gracioso que mi laptop marque error ortográfico en la palabra “covid”. Sugerencias: covín, cavad, civil, convida… Al fin y al cabo, ¿quién lo iba a predecir?