Por Miriam Valdez
Tus ojos brillan y una risita sale de tu boca, puedo percibir incluso un ligero temblor en tu cuerpo. Cada día te emociona levantarte y ver si el famoso duende preparó alguna sorpresa. Estás entusiasmado con Navidad, con la llegada de Santa, con los preparativos de la comida. Has puesto tanto esmero en todo, en la decoración, en preparar cartas lindas a la familia, en hacer galletas horneadas para compartir, juguetes para regalar.
La magia se respira en tu inocencia. Agradezco tanto a la vida poder devolver un poco de lo que recibí de niña, tatuártelo en lo profundo de tu alma, recordar la emoción, vivir la tradición. Hemos forjado momentos inolvidables juntos, en familia, cada año. Y aunque te estás haciendo mayor, sé que siempre disfrutarás volver a vivir éstas fechas.
Pero más agradecida estoy de poder llegar con salud y vida en éste 2020. Un año sin duda lleno de aprendizaje. ¿Qué te llevarás de éste año en la memoria? ¿Permanecerá en tu corazón la dicha de poder estar bien juntitos tanto tiempo? ¿Permanecerá en tu mente la manera en la que hicimos frente a ésta adversidad? Estoy segura que sí. No ha sido sencillo, pero juntos lo hemos logrado.
Se me hace un nudo en la garganta. No puedo sentirme más agradecida y dichosa de llegar hasta aquí. Y a ti, a mi hijo, a mi niña, a ustedes que son mi pequeño mundo, que no se les olvide jamás que tanto en la Navidad, como en la adversidad, renacemos, y que la oportunidad de brillar como luz permanente y cálida, constante, es de cada día, de cada amanecer, de cada instante.
Mi deseo para ésta Navidad, es que en cada mesa, en cada silla vacía, permanezca la gratitud de haber disfrutado en vida a tanta gente que nos dejó, y de continuar en el viaje otros tantos. Hemos salido a flote juntos hasta aquí, sigamos hasta donde tope llenitos de amor y esperanza. Felices fiestas.