Por Mónica Sosa
Lo tuyo y lo mío fue perfectamente sincronizado por fuerzas que no podemos explicar y solo me toca agradecer. ¡Gracias, gracias, gracias! A Dios y al universo por hacernos coincidir.
Definitivamente amar a alguien después de una lección de vida tan importante como las que tenemos atrás no es imposible, pero improbable quizá. Cada quien trae su “equipaje” de todo el camino recorrido y es difícil aprender a soltarlo.
Así como alguna vez te escribí, “te encontré, tu con tu historia, yo con la mía” y mira que interesantes se tornan juntas.
No puedo negar que llegaste cuando menos lo buscaba ¿Te esperaba? ¡Claro que te esperaba!
Creo en el amor de todas las formas posibles y sobre todo que el amor magnífica tus virtudes y tus debilidades.
¡Tremenda lección de vida que aprendo diario a tu lado! Y todo esto, por esa forma tan inexplicable y magnífica de amar con libertad y ser simplemente como somos sin fingir, sin querer quedar bien, porque desde que nos topamos somos ese loco y está dramática empedernidos pero con una sola meta en la vida: ¡Vivir!
Que sea lo que tenga que ser, que dure lo que tenga que durar mientras nos hagamos bien.
Gracias por dejarme entrar en tu corazón y en ese ceño fruncido.