Por Cristina Aguirre
Recuerdo que estas épocas eran las más maravillosas en mi infancia. Y es hasta que somos padres, que entendemos, que toda aquella ilusión, toda aquella fantasía concretada; tuvo cómplices y no precisamente el mérito es de “Santa”, sino nuestros padres y nuestra familia.
Mi mamá se encargaba de que el escenario en casa fuera totalmente navideño; ese día ella me arreglaba y se esmeraba en mi peinado, (ya saben esos chongos apretados que nos hacían de ojo restirado para la ocasión)… “rápido mama rápido que nos hace tarde …” (esfuerzo de mi mamá truncado porque a media cena ya andaba completamente deschongada).
Estar rodeada de mi familia era uno de los momentos que más esperaba del año. Poco a poco el comedor de la abuela se extendió a la sala y a la cocina… generalmente por edades… (ya poco nos faltó para mandar a los más chicos a comer a la cochera)… hasta que la cambiamos por un salón.
Mi familia materna, la mayoría se fueron a la Ciudad de México y también pasamos momentos hermosos con ellos.
LA SOPA QUE NO SABÍA A NADA
Una de mis abuelas preparaba su famosa sopa, cuya cocción era lenta y hacia grandes cantidades, todos nos la comíamos muy gustosos… (aunque a mi sinceramente, no me sabía a nada, igual me la comía); todas las navidades la seguían solicitando y aún después que ella partió…. esa sopa seguía apareciendo… alguna vez le dije a una tía, “es que esta sopa no sabe a nada y siempre la preparan” (ahí entendí el significado de “mejor coma y quédese callado”). Pero el sabor no estaba en la sopa, sino que nos seguía uniendo a mi abuela.
Era maravilloso estar en casa los abuelos.
El olor del pavo, las carcajadas de los tíos (en especial esa carcajada sonante de uno de ellos), el típico pellizco en el cachete del “como hemos crecido”, anécdotas, bromas incesantes y el cariño… podría hablar y hablar de mi familia… y jamás terminaría.
De todo esto… yo lo que más recuerdo era EL AMOR (y la sopa). El sentimiento de familia. De pertenencia. Y detrás de todo el escenario que describo el arduo esfuerzo de mi padres por darnos a mi hermano y a mi con lo poco o mucho que tuvieran lo mejor de ellos.
Por recordarnos CONSTANTEMENTE (como hacemos muchos) con continuos sobornos, que santa “nos estaba viendo” y mi papá siempre dándole ese real sentido, que Él que cumplía años, tenía que ser festejado. Armar el nacimiento con mis papás; ¡¡uff!! Que ilusión juntar las figuritas, armar el escenario, imaginar la escena más importante (El nacimiento de mi super héroe favorito).
Hoy, me veo con mis hijos, reflejada en ellos. Hoy, veo a muchas madres y padres, haciendo un labor titánico por construir esa ilusión aún con su corazón fragmentado.
ESTA NAVIDAD NO NOS LA ARREBATARON; SIGUE Y SEGUIRÁ… EN NUESTROS HIJOS.
Hoy, guardo ese recuerdo de felicidad, celosamente; con esperanza de sembrar lo mismo que mis padres sembraron en mi; consciente de que en muchos hogares las sillas estarán vacías… por tantas vidas que nos fueron arrebatadas…
Esta navidad, nos deja una gran lección; amar y abrazar con el alma a los que están, en especial con ese reto de verdadero amor de los padres, de cuidar el corazón, inocencia y fantasía de nuestros niños; aún y con el corazón quebrantado… necesitamos vivir más que nunca por ellos…
Hoy no hablo en prosas o rimas como en las navidades pasadas en mis anteriores escritos.
Porque no es una navidad como las que acostumbrábamos; pero sí, es una navidad con sentido.
Tenemos LA OBLIGACIÓN de vibrar más fuerte que nunca; precisamente por aquellos que no están y por aquellos que sufren en silencio por la partida de los que aman… tener un corazón solidario y empático; agradeciendo por los que estamos y atesorando todo aquello que antes dábamos por sentado.
… así en nuestros hogares, aunque seamos pocos; pero con ese fulminante brillo del amor; yo deseo, que sus lámparas siempre estén encendidas; aún en momentos de oscuridad… no nos arrebatarán la navidad… porque la navidad, está en nuestros hogares, en nuestros pequeños, en los que están aquí… y en el recuerdo de aquellos que nos dieron tantos momentos de amor y de alegría…
Me aferro a la esperanza, de que en cada hogar encuentren consuelo, a que sean escuchadas sus peticiones y plegarias… Hoy por ellos, viviré una navidad con SENTIDO.