GOLPES A MI EGO Y COSAS AÚN MENOS IMPORTANTES

Por Dona Wiseman

¿Te has dado cuenta de que hay ciertas cosas, eventos, palabras, y actitudes que llegan del exterior y ante los cuales siempre reaccionas?  Esos eventos y tus reacciones hablan de tu ego y sus mecanismos.  Todas tenemos egos vivitos, activos e implacables.  Les cuento un ejemplo.

Fui de viaje a San Miguel de Allende.  Sí, en tiempo de pandemia.  Pasó algo extraño, o tal vez no tanto, no sé.  Un hombre me preguntó a dónde iba, otro vio fotos y posts en Facebook.  Contesté.  Suelo contestar, suelo ser transparente y no tengo el hábito de esconder lo que hago en la vida.  No soy presuntuosa.  Arrogante y soberbia, sí, pero presuntuosa no.  Soy más compartida, creo.  Interesantemente, estos dos hombres criticaron mi viaje, pero no por estar viajando en tiempo de pandemia (que podría entender), sino por ir a un lugar de “pudientes”, un lugar que solo permite turistas “fifí” que tienen mucho dinero que gastar.  Uno dijo que allí solo van extranjeros que ganan en dólares (mis 47 años viviendo y trabajando aquí, en pesos, desaparecieron como por acto de magia).  El otro dijo que San Miguel no recibe a turistas que solo van a pasar un rato, que no van a consumir productos y servicios turísticos.  

También hubo una mujer que, en respuesta a algo que escribí sobre una pijama, me preguntó qué hacía con el excedente de ropa que tengo y que ya me aburrió.  Dijo que se lo diera a ella.  O bueno, eso entendí.  Fueron 3 eventos separados en el mismo día que tocaron una fibra común en mi ego.  Aclaro que ninguna de las personas me conoce en persona, seguramente no tenía intención de ofender, y que tal vez la respuesta mía adecuada era no hacerles caso.  Seguramente era lo sano, pero el ego no sabe de esas distinciones.

Me sentí ofendida por los comentarios.  Me sentí juzgada (definida en un espacio donde no me reconozco, o no deseo estar – pero ¿qué tendría de mal con ser “privilegiada”?) y en reacción he dado rienda suelta a mi juicio en contra de los 2 que me hicieron esos comentarios que para mí son increíblemente inadecuados.  ¿Qué disparan estos comentarios en mí?  

Más allá de que soy juzgona y criticona, ser cuestionada me provoca.  No me gusta.  Tampoco me gusta ser considerada extranjera ni privilegiada, a pesar de ser las dos cosas.  Mucho más extranjera que privilegiada.  Y, volviendo al tema de mis (nuestras) reacciones, en este tipo de situación yo tengo la tendencia a reaccionar, a enchancharme con el otro.  ¿Qué es lo que veo en el otro?  ¿Cuál es la proyección (lo que miro allá que al final es mío)?  ¿Es envidia?  ¿O amargura?  ¿O tal vez desprecio, o dolor?  

No he terminado de examinar más allá de que ser cuestionada me dispara la rabia.  Hay un tema reactivo de “merecimiento”, de “tener derecho a”, y de “salirme de estatus quo”.  ¿Qué más habrá?  Iré por otro café para seguir mi trabajo de vida.  ¿Me acompañas?

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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