Por Dona Wiseman
La semana pasada una chica que toma terapia conmigo comentaba que ya tenía seis años en su proceso. Comenzó antes de terminar la prepa y pronto terminará carrera. Me provoca una sonrisa interior ver a la chica tímida y desconfiada que conocí siendo ya una mujer, aún joven ciertamente, pero mujer. Ella me preguntó si por lo general mis relaciones terapéuticas duran tanto tiempo. Le comenté que hay otra mujer que tiene 12 años en su proceso conmigo, y que otra duró 10. Hay más personas aún, varias, que tienen bastantes años en una relación terapéutica conmigo.
El comentario me hizo pensar. Tengo casi 65 años de vida, 47 años viviendo en Saltillo, 32 de ellos en la misma casa. He tenido 2 parejas en mi vida. Una relación de 24 años y una de 14. Duré en un trabajo 14 años y con una empresa mía más de 10. Mi relación de formación con Ilse y el equipo de Yollocalli duró como 18 años. Conozco a Paco y a Cati hace tal vez 20 años y tengo 10, o más, de participar en la formación en Gestalt con ellos. Tengo algo así como 23 años desde que comencé los estudios de Eneagrama con Rafa y duré 12 años en SAT con Claudio Naranjo. Comencé a acompañar a otros en sus procesos personales hace aproximadamente 16 años. Hago traducciones hace muchísimos años. Lo único que he dejado en el camino fue ser maestra – de inglés – aún doy asesorías para maestros y colegios.
¿A dónde voy con todo esto? A que no me había dado cuenta de la capacidad de aguante…¡que tienen los demás para conmigo! Es broma, creo. Tampoco es que yo aguante mucho a los demás. Y eso no es tan en broma. Al pensar en relación tras relación y los años que han pasado, me he percatado de que, aparte de ser evidentemente de muy lento aprendizaje, soy bastante estable y de relaciones largas.
Es verdad que he dejado algunos amigos en el camino. Me he ido de algunos lugares y personas, incluyendo de mi familia y país de origen. Me he asomado a lugares y he dicho, “Nop, ése no es mi lugar.” He conocido a algunas personas y he salido corriendo. Pero, donde he decidido quedarme, me he quedado.
No sé en qué momento ha pasado tanto tiempo. Ni siquiera sé si todo esto significa algo, probablemente no. Tampoco creo que sea ni bueno ni malo tener relaciones largas o cortas. Tal vez soy aburrida.
Ah, se me olvidaron las relaciones más importantes. Tengo una relación de 43 años con una hija, de 38 con la segunda, de 35 con mi hijo, y de 33 con la última. Mi relación con mis primeros dos nietos ya va en 13 años.
Y en este mismísimo momento, un amigo me ha enviado un poema de Mario Andrade, y mi reflexión ha tomado un giro y ahora sé porque la sentí tan importante. No era una reflexión sobre el pasado, sino sobre la vida de ahora para adelante. Les comparto:
MI ALMA TIENE PRISA (Poema golosinas)
por Mario de Andrade | 25 julio, 2016
Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy seguro de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta de que sólo tienes una.