Por Mayte Cepeda
Últimamente me he visto en la necesidad de recordarle a varias personas que si uno no está bien consigo mismo, es muy poco probable que pueda estar bien con los demás.
Creo que en muchos casos solemos confundir entre el amor propio con el ego y la vanidad, situación completamente errónea. No es por ego que procuras comer bien para evitar visitar al doctor ¿verdad? Tampoco es por vanidad que te tomas las vitaminas y te haces los chequeos médicos rutinarios, ¿cierto?
Sucede que nuestra cultura y tradición nos ha llevado a lo largo del tiempo a creer que sacrificarse por los demás es hacer algo por uno mismo a la vez, algo así como una especie de “autosatisfacción”. Y puede ser que haya algo de razón. Sin embargo, si estás constantemente buscando qué hacer por los demás sin escuchar lo que necesitas hacer por ti, ahí estás cayendo en un error tremendo, del que si no te das cuenta a tiempo, las consecuencias se pondrán difíciles.
Todos nos hemos topado con personas –incluso nosotras mismas– que hacemos todo y de todo para los que nos rodean. Y no me refiero solo a los hijos y al esposo; puede ser que tu entorno sean unas mascotas, unos compañeros de trabajo super absorbentes y un jefe bastante exigente e injusto, a quienes tienes que darles tu tiempo, disposición y atención constante.
Otro caso es el de cuando tu entorno se constituye por unos padres y maestros que solo quieren ver en ti excelentes calificaciones, mientras que tu círculo de amistades tal vez solo piensa en ti como alguien de quien sacar provecho para divertirse y puede ser que nadie de la gente a la que tanto te empeñas en satisfacer, se haya detenido a pensar qué necesitas, qué te hace bien o simplemente qué es lo que podrían hacer por ti.
Y créeme que nadie de ellos esta ni bien ni mal. Simplemente eso no le toca a nadie más que a ti. Cada una de nosotras debemos tener bien claro que estar bien en toda la extensión de la palabra, no depende de nadie más que de nosotras mismas.
La mamá super abnegada que da todo por su familia, atiende sus peticiones y necesidades, está lista para la limpieza, cocina, educación y todo cuanto necesite algún miembro de su clan, claro que es motivo de reconocimiento, pero junto con ese reconocimiento, debe estar el ¿y tú, cómo estás? y así o en mayúsculas ¿Y TÚ, CÓMO ESTÁS? o, si es necesario en mayúsculas y negritas ¿Y TÚ, CÓMO ESTÁS? de plano para que se entienda la pregunta en toda la extensión que implica.
Te escribo esto porque de verdad, de nada sirve dar todo por tu entorno si no te das a ti misma. Tarde que temprano te truena la situación si no atiendes a tiempo tus necesidades, gustos, miedos, sueños, frustraciones, deseos y demás. Una persona que quiere estar bien con todos, necesita estar bien primero consigo misma, estar a gusto dentro de su propia casa, entendiéndose casa como tu propio cuerpo físico, mental, emocional y energético.
Si por el momento te va bien gritar, pues grita. O si lo que necesitas es dormir un maratón de 48 horas seguidas por cansancio acumulado, pues dale. O si lo que tienes mucho tiempo deseando es probar una clase de yoga, comenzar a entrenar en un gimnasio, o tomar una clase de bordado, de cocina o irte a consentir a un spa pues adelante, hazlo y no te juzgues ni te pongas pretextos para no ver por ti.
Para poder estar bien contigo, necesitas abrirte, conocerte y escucharte; darte el tiempo de disfrutarte a ti misma y todo cuanto representas e implicas. El arte de conocerte debe ser constante y permanente, para aprender de ti, de tus anhelos como persona y de lo que eres capaz de hacer tu misma por tu ser ¡Namasté!
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