Por Dona Wiseman
Acabo de darme cuenta de que estamos en semáforo amarillo. No he estado ignorando la situación. He vivido el mismo año que tú. Vi un post sobre el semáforo amarillo y mi reacción me sorprendió. ¡No estoy lista! No, no estoy lista. Por allá en la primera parte de la pandemia, cuando aún la llamábamos cuarentena, escribí sobre lo que pensé que pasaría cuando abriéramos las puertas de casa de nuevo, de las escuelas, de los negocios. Pensé en ese tiempo que algunas personas, yo, por ejemplo, saldríamos muy a tientas, con los ojos entrecerrados ante el sol de mediodía.
Aclaro que no he estado del todo encerrada o encuarentenada y que incluso abrí un foro cultural-artístico en plena pandemia. He viajado también. No es que me valga madres la situación mundial, todo lo contrario. No soporto la idea de que estemos más detenidas de lo que ya estamos. Y a la vez les aviso que no estoy lista para comerme el mundo a abrazos (a pesar de lo que me han hecho falta), ni de sentir el aliento de las personas de la siguiente mesa en mi nuca, ni de hacer filas sin distancia, ni de entrar de a montones en bancos y tiendas. No estoy lista para la demanda de “volver a lo de antes”, cosa que ya saben todas que no creo ni poder ni querer hacer.
Pienso que los límites son buenos. No preciso tomar otra copa de vino, comer otro postre, quedarme una hora más, cantar más fuerte, subirle más a la música, entrar al supermercado en grupos de 10, gastar más de $500 por mes en gasolina. No estoy lista para nada de eso.
Pregunté sobre el semáforo y me respondió una doctora. “No te preocupes, en unos días volveremos a semáforo rojo.” No deseo eso. Pero la luz directa del sol a mediodía me va a calar. Mi piel ha perdido lo curtida y necesito irme de a poco, o tal vez a mi manera. No estoy lista para estar a menos de 2 metros de distancia. No estoy lista para recibirte en la puerta. No estoy lista para pensar de estoy segura. Tal vez no lo estoy.
Es verdad que en los últimos días he notado menos comentarios de enfermos, aunque sí he visto notificaciones de muertes. Hace muchos meses pensaba que el COVID se iría como llegó, de pronto, sin aviso. Pensar que eso pudiera suceder me causa incertidumbre. Aunque lo desearía así, pensarlo me provoca…me provoca la sensación de entrar a un universo paralelo, otra vez y de nuevo. Ya me acostumbré de alguna manera a este universo pandémico y no sé cómo hacer la transición, otra transición. Los cambios toman mucha energía y trabajo. Y dejar lo que me causa tanta ansiedad, pues, me da ansiedad.
Creo que por hoy me gustaría no tener que hacer tantísimo más esfuerzo.