Por Sandra Machuca
¿Qué son las 4B?
Antes de adentrarnos en el tema del feminismo en Corea del Sur; valdría la pena hacer un recorrido histórico para delimitar los periodos de cada ola del movimiento feminista. Imaginemos el recorrido de estos movimientos a través del tiempo similar a los movimientos de las olas; es decir, en cada fase el movimiento avanza pero cada avance se ve atacado por la contraofensiva patriarcal, lo que impide llegar completamente al objetivo. En este punto el movimiento retrocede un poco, toma fuerza y avanza de nuevo.
En la primera ola feminista el objetivo fue alcanzar la ciudadanía de las mujeres y abarcó desde la Revolución Francesa hasta el s. XIX. La meta principal fue conseguir el derecho a las mujeres a la educación, sustentado en la igualdad de inteligencia y capacidades. La segunda ola se dió en un periodo que va desde mediados del s. XIX hasta la II Guerra Mundial y estuvo encaminada a conseguir el derecho al sufragio; es decir el acceso a las mujeres a votar y ser votadas. La tercera ola inicia en el siglo pasado y comienza en la década de los 60 con las reflexiones de Simone de Beauvoir y Betty Friedan. Se pude decir que en esta oleada se acuña el término “feminista” y deja en claro una lucha por los derechos de las mujeres y la abolición del patriarcado. Muchas pensadoras en el tema consideran que esta ola sigue vigente hasta nuestros días y es la que de manera paulatina ha logrado que las mujeres tengan acceso al poder político; asimismo tiende hacia el multiculturalismo y al rompimiento de viejos paradigmas culturales. Siguiendo el curso del s. XX, en los años noventa la cuarta ola entra en marcha con al Convención de Belém do Pará, cuyo objetivo fue prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer; y con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra La Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) en 1999. Es importante mencionar que en la transición entre la tercera y la cuarta ola se desencadenaron aún más los feminicidios, se criminalizó a las mujeres que interrumpieron el embarazo y se enfatizó el uso de micromachismos.
Actualmente nos encontramos en la cuarta ola. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el feminismo alrededor del mundo tiene diferentes matices y las mujeres se organizan y actúan dependiendo su contexto y necesidades. A partir de 2016, en Corea del Sur se ha desarrollado un feminismo radical bien organizado que ha alcanzado logros que a corto plazo pudieron haber parecido difíciles de alcanzar. No obstante, esto se debe al fuerte compromiso que tienen las mujeres al movimiento como resultado de leyes ineficientes que favorecen mayormente a los hombres y al hartazgo de no ser escuchadas.
Las “4B” es la regla de los “4 No”:
1) No tener citas con hombres
2) No tener sexo con hombres
3) No casarte con hombres; y
4) No tener hijos
En este sentido podemos apreciar un estrecho vínculo entre el movimiento lésbico y feminista, sustentado también en que las surcoreanas ya se han dado cuenta que la realidad del matrimonio no es la que se les ha hecho creer. Históricamente las mujeres surcoreanas han trabajado dentro y fuera de casa; situación por la cual el rol de proveedor no recae directamente en el hombre. Aunado a esto la opresión masculina es evidente; es decir, nunca ha existido disfrazada de caballerosidad y protección como lo es en Occidente. Estos antecedentes hacen que la alternativa del matrimonio no sea atractiva para las mujeres de ese país. En este sentido, el gobierno, ante las proyecciones de disminución de la natalidad y envejecimiento de la población, ha tomado medidas para restarle fuerza a esta nueva forma de pensamiento, tratando de llegar al público femenino con telenovelas y reality shows que muestran la cara del “amor ideal” que consiste en casarte y formar una familia.
Éste movimiento ha tenido tanta fuerza que las mujeres han conseguido espacios exclusivos solamente para ellas en todo el país; como universidades. Concretamente la creación de universidades exclusivas para mujeres tuvo sus orígenes en un marco religioso pues se consideraba que no era apropiado que las mujeres solteras se juntaran con los hombres. No obstante, el movimiento aquí vislumbró una gran oportunidad y dió pie a que poco a poco se comenzaran a formar alrededor de las universidades comunidades solamente de mujeres, en las cuales los negocios y sus visitantes son ellas. Esto dio paso a que el movimiento siguiera su curso alentando a que las mujeres sólo consumieran en tiendas, bares, restaurantes y servicios cuyas propietarias fueran mujeres; porque así el dinero circula entre ellas.
Por otra parte, podemos medir el empuje de esta oleada en Corea del Sur al comparar cifras entre 2015 y 2018 que muestran que las mujeres de ese país han disminuido notablemente sus gastos en productos de belleza y cirugías estéticas uniéndose al movimiento “Take Off the Corset” (Quítate el Corsé). La línea de este otro movimiento basado en el libro “Belleza y Misoginia “ de Sheyla Jeffreys, hace referencia al corsé como aquello que culturalmente representa una atadura y un estilo tradicional de vida; quitarse el corsé representa dejar de lado todas aquellas prácticas estéticas que se nos ha inculcado que por el hecho de ser mujer debemos hacer; por ejemplo, usar maquillaje, usar tacones, someterse a estrictas dietas, realizarse las cirugías, hacerse el blanqueamiento de piel, depilarse; todas aquellas prácticas que nos hagan cumplir con el estereotipo ideal de mujer.
Antes del 2020 las leyes surcoreanas permitían a las mujeres practicar el aborto únicamente con el consentimiento de un varón que fuese novio o esposo. El tratar de evadir estas disposiciones saliendo del país para practicarse el aborto o hacer pasar a un amigo como novio para conseguir el consentimiento podría derivar en juicio y hasta encarcelamiento. El arduo trabajo de las feministas en este tema logró que en abril del 2020 el Tribunal Constitucional de Corea del Sur dictaminara esa ley anticonstitucional esa ley.
Las victorias del movimiento feminista continúan ahora en el escenario político pues en febrero del 2020 se creó el Partido de la Mujer y tan solo a la fecha hay más de 10,000 afiliadas. Lo interesante y peculiar de este partido es que con la intención de representar los intereses de diversas generaciones, cuenta con cinco líderes de distintas décadas cada una; partiendo de las adolescentes en adelante. Aunque aún no han ganado ningún escaño, sé creé que se debe a que hay una gran población femenina que representa un fuerte apoyo, aún no cuenta con la edad para votar.
Como hemos podido observar; el movimiento feminista surcoreano ha penetrado en varias esferas; social, cultural y política. Cabe señalar, que en materia lingüística también han tenido su aportación modificado algunas palabras en las que desfavorablemente se hace referencia a la mujer, su contexto, labores e incidencia en sentido peyorativo; y en aquellas en las que se resalta al hombre por encima la mujer; logrando así un equilibrio y dejando claro cual es el contexto de l mujer actual.
¿Qué debemos aprenderle a las surcoreanas en materia feminista? En primera instancia, la organización y la definición de objetivos claros. El compromiso con el movimiento por sobre todo lo demás; familia, trabajo, amigos ¿Será esta una de las claves por las que no se ha logrado una consolidación así en Occidente? Al parecer las surcoreanas tienen muy claro cuál ha sido el papel que ha desempeñado la mujer desde hace muchos años y ha aprendido a desenamorarse del ideal del amor y de estructuras sociales arraigadas. Las feministas radicales han asumido las consecuencias que implica reconocerse como tales públicamente; saben que siempre han estado en desventaja y no le temen a perder lo poco que tienen aventurandose a vivir un panorama mejor. Y lo han conseguido. ¿Será que en Occidente aún los arraigos familiares, profesionales, laborales y de amistad pesan más como para no alcanzar un compromiso tan fuerte con el movimiento? Es decir; soy feminista, defiendo los derechos de la mujer pero soy incapaz de hablar de ello por miedo a perder mi trabajo o a qué la familia y amigos me rechacen.