Por Dona Wiseman
Últimamente he tenido mucha sed. No acostumbro a andar por el mundo con la botella de agua en la mano, o cuando menos no lo he hecho aún, pero he notado que tengo más sed. Fui a la playa, me metí al mar, estuve en la alberca (una con delfines y una no). El clima tropical y más húmedo me hizo bien. Sentía la piel menos seca, respiraba más libremente.
Volví a casa entre noticias de incendios en las sierras cercanas, sierras que forman los marcos de mi ciudad, de mi hogar. Y me pregunté si estoy, estamos, padeciendo de un exceso de energía de fuego. Entonces consulté para acercarme más al tema. Es poco probable que pueda hacer algo para remediar el exceso de fuego en “el mundo” (ayer vi que hay 60 incendios forestales activos en México en este momento), pero tal vez puedo trabajar en mi exceso.
Anticipo que soy signo de aire, con ascendente en tierra y luna en fuego. ¿Notas que hay un elemento que me anda faltando? Agreguemos que el sol en estos días ha entrado al signo de aries y me percato de que mi mundo se volvió de pronto muy árido.
¿Qué sucede cuando la energía de fuego se desequilibra, quedándonos con un exceso? ¿Cómo puedo saber si eso está pasando? En general nos sentiremos muy reactivas y enojadas (ah, caray, así nací). El cuerpo tal vez se sienta caliente, sin llegar a fiebre. Tal vez mis ojos se pondrán rojos y secos.
Si busco agua, ¿qué encontraré? El elemento agua está relacionado con el mundo de los sentimientos y las emociones, los instintos, las corazonadas, el inconsciente, lo psíquico, el pensamiento. Es enérgico de un modo intenso. El agua se comunica con el mundo a través de las sensaciones y las emociones, a través de lo que siente, de lo que percibe, lo que le gusta. La creatividad, la mística, la imaginación, el arte, lo espiritual, las artes esotéricas, la música y todo lo relacionado con los sentimientos humanos son su forma natural de expresarse.
Conforme la energía de fuego se va extinguiendo, se vuelve cenizas, formando el elemento tierra, una energía suave que sostiene y que contiene. La tierra es unificadora, dadora. De los cuatro elementos, la tierra es el elemento más denso, físico, medible, tangible, lento, perseverante y fuerte. Percibe la realidad a partir de las sensaciones concretas que proporcionan los cinco sentidos. Conoce al mundo tocando, oliendo, viendo, oyendo, hablando y escuchando. Esto supone también lentitud, necesitando una primera conexión para percibir, interpretar y reaccionar ante esos estímulos. Es eminentemente sensitiva y realista, conservadora y práctica. Traduce físicamente ideas abstractas, a la vez que preserva, guarda y acumula.
Transitar del fuego al agua y luego al elemento tierra es un proceso tanto interno como externo. Hay muchas maneras de hacer presente y consciente el proceso. Un ejercicio sencillo que nos podría apoyar un poco es recurrir a sus colores. De los azules y verdes azulados, aguamarinas y negros del agua, al amarillo, ocre, marrón y los colores terrosos.
Creo firmemente que nosotros somos parte del paisaje, del lugar, de nuestro medio. Creo que nuestros procesos se reflejan mutuamente. Tal vez nos conviene poner atención. Bueno, tal vez me conviene a mí poner atención.