Por Liliana Contreras Reyes
Pasó más de un año, desde que empecé a preguntarme seriamente sobre la existencia del virus. En febrero del 2020, me enfermé y tuve que resguardarme un mes antes de que, obligatoriamente, me quedara en casa. Durante 90 días no salí. Me quedé con mis hijos, trabajando en línea, haciendo actividades académicas cuando nos era posible, viendo series que no había tenido tiempo de ver, comiendo todo el día.
Al principio, sentí alivio. Mal o bien teníamos lo necesario para estar en casa. Dejo de lado la parte económica, de la que ya hablé antes. Llegó el momento de volver al trabajo, de salvar el tiempo que no abrimos la escuela y el consultorio, de buscar nuevas formas de hacerlo y de acercarnos a nuestros alumnos y pacientes. Así ha sido desde junio de 2020 hasta hoy.
No he salido positiva ni he generado anticuerpos. ¿Me iré a salvar?, es la pregunta. En una semana me toca vacunarme como parte de mi trabajo.
El COVID llegó a mí por los ojos.
Calles vacías.
Jardines secos.
Escuelas abandonadas.
Señalamientos, lonas, espectaculares.
Gráficas con flechas señalando hacia arriba.
México pintado de verde, amarillo y rojo.
México pintado de rojo.
Más violencia al interior de los hogares.
Niños viendo por la ventana.
Cara de miedo cuando (por olvido o descuido) nos acercamos de más en la fila.
Funerales a solas, cenizas.
Fotos, noticias, libros que guardarán la memoria colectiva de este año funesto.
Mis hijos jugando a huir del coronavirus.
Cursos en línea. Uno tras otro.
Aprender sobre el COVID.
Aprender cómo atender a los niños cuando pase el encierro.
Tuvo sus cosas buenas, lo sé, y no dejo de pensar en el texto de Ángeles Mastretta “Cuando esto pase”, publicada en la revista Nexos. ¿Qué haré cuando todo esto pase? ¿Qué me deja este virus en mi vida?
“Cuando esto pase” -y está a punto de pasar- es la letanía de cada mañana.
Cuando esto pase volveré a abrazar a mis amigos y compañeros de trabajo. No soy de abrazar mucho, pero ¡cómo se extraña lo que nos es prohibido y cómo se cuestiona una sobre lo poco que lo hizo antes!
Cuando esto pase voy a dormir menos ¡y eso que casi no lo hago! Pero esta “soledad visual” me hace sentir cómo se retuercen las entrañas y cómo la vida tan corta se desvanece y cómo viene esa infantil y fantasiosa idea de que siempre tendremos un mañana.
Sí, voy a tomar un vino tinto cada noche y con él repasaré el día que se me presenta como un acelerado video, en el que ni siquiera estoy consciente de lo que hice, lo que dije, de cómo vi a las personas, cómo les hablé, cuánto tiempo escuché las palabras de mis hijos, si cumplí las promesas matutinas, si me di cuenta de que crecieron un centímetro más.
Cuando pase voy a estar con las personas que me hacen sentir plena, con las que me dedican su tiempo, las que me escuchan, porque es de ellas de quien quiero escuchar lamentos y risas, porque quiero, igual o más, hacerlas sentir lo importantes que son en mi vida y, cómo lo deseo, que mi compañía les sea igual de plena.
Cuando esto pase voy a salir más, trabajar más, correr más. Subirme a los juegos mecánicos con mis hijos, aprenderé con ellos a andar en bici, jugaré basquetbol otra vez. Voy a hacerme un nuevo tatuaje, olvidar el frizz, ponerme playeras para ir al trabajo. Si pude ir al gimnasio con cubreboca, con esa visible y ya imperceptible barrera, ¿qué no podré hacer sin él? (Pienso, perdónenme, en el entrenamiento de Gokú con su mochila con peso extra).
Cuando las calles estén llenas de gente, no saldré corriendo como antes. Esperaré a que caminen, a que me rían de cerca, veré sus caras completas y apreciaré sus gestos hablando por ellos en la distancia. Voy a espiar sus conversaciones de las que, seguramente, descubriré nuevos temas de los que he de escribir, voy a conocer cómo es la vida de la que estuve tan ausente.
Trataré de olvidar los malos ratos, olvidar que alguna vez tuve otros sueños y a vivir el sueño actual; voy aceptar que he cambiado tanto en un año, que me he equivocado e intentaré hacerlo mejor que otros días, hacerlo más veces, vivir, al final, cada instante.
Cuando esto pase quiero tomar agua de la noria, aventarme a la obscuridad de la presa, quiero creer que existe el monstruo del lago Ness para ir a su encuentro, leer Viaje al centro de la Tierra en voz alta, para saber si allá pueden estar los dinosaurios, apagar y prender la luz sin que me preocupe un foco, intentar nuevos chistes para que mis hijos sonrían.
Voy a escribir, voy a escribir, voy a escribir todas esas historias que no sé si son recuerdos o inventos, a escribir porque, después de un año sé que no puedo vivir de otra forma.
Hasta aquí, Liliana.
* * *
Cuando esto pase…
…voy a ir a abrazar la espuma de las olas y a dejar mis lágrimas en el mar (Clara Zapata).
* * *
Cuando esto pase…
…voy a bailar. Iré a ensayar los sábados y subiré a un escenario en cuanto sea posible. Iré a bailar música retro al “Mamba” si aún está abierto, cantar las canciones de infancia y adolescencia a todo pulmón. Voy a bailar hasta en la calle, si un día caminando por el centro, escucho la música que me inspire a hacerlo.
…voy a abrazar a los que no he abrazado, trataré de consolar a los que han perdido algo o a alguien y que la distancia me ha impedido apretujarlos y hacerles sentir cuánto los quiero. Voy a sentarme cerquita a platicar con los que he platicado a más de un metro de distancia.
…celebraremos mi cumpleaños, en bola, sentados en la sala de mi casa, reiremos a carcajadas unos cerca de otros. También en bola nos iremos al Cerdo, o a comer jochos de la de Allende y Aldama y nos sentaremos en la Plaza de la Nueva Tlaxcala a disfrutarlos.
…le diré adiós al cubrebocas en todos los espacios donde sea posible, rosaré mi mejilla con las de otros al saludarlos y abrazarlos. Recuperaré el contacto físico que está en espera de ser aplicado.
…seguiré siendo yo, seguiré siendo feliz, incluso un poco más al saber que seré más libre de reír a carcajadas, de tocar, de pasear (Haydee Berlanga).
* * *
Cuando esto pase…
…voy a parar un poco más seguido, ponerle pausa a lo no importante, sacarle la vuelta a lo no indispensable. Clasificaré las demandas para decidir cuáles atender primero, cuáles después y cuáles ignorar.
…pondré a mi familia primero, nuestra comida juntos, nuestras tardes de pelis, nuestras pijamadas y nuestros paseos a solas en lo desierto, pero llenos de risas y aventuras.
Estoy segura que seguiré eligiendo la cercanía de los que más quiero, sacaré la vuelta a los que no y seguiré buscando mis espacios para ser yo “individual”, pero una más en mi núcleo, alguien que sume y esté presente.
Cuando todo esto pase seguiré dando prioridad a mi salud emocional sobre cualquier amenaza en el exterior, tengo claro que mis propios fantasmas pueden ser más peligrosos que un virus inoportuno, que llegó sin invitación y del cual no me siento responsable.
…le daré mas oportunidad a la incertidumbre, siendo que no es mi escenario favorito, lo no planeado, la casualidad y hasta a lo inesperado, si no empiezo ahora, ¿cuándo será?
Cuando todo esto termine quiero mantener la motivación para ver por los demás, la desigualdad, la falta de oportunidades, aunque sean metas de corto alcance, pero que sean mi granito de arena, porque no vivimos solos y sigo pensando que hay que llegar juntos.
…planearé mas viajes, lejos y cerca, buscaré más atardeceres, jugaré con más arena, experimentaré más sudor y más frío, seguiré confiada en Dios pero determinada a que cualquier cosa que quiero que llegue a mi vida, tengo que traerla con mis propias manos.
Cuando todo esto termine seguiré siendo yo, tal vez la misma, tal vez diferente, pero con un sentimiento de gratitud, que espero recordar y vivir muchos, muchos años más… (medio anónimo, Bk).
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Cuando esto pase…
…me gustaría disfrutar más todo. Cosas “simples”, mi día a día, trabajar más, ejercitarme más, aprender cosas nuevas, crear, demostrar, cantar, bailar, visitar a mis seres queridos, decir “sí” al plan al que me inviten y que antes, por flojera, no iba. Andar sin miedo, como si no hubiera un mañana. Porque esto nos ha enseñado, para bien o para mal, a tener ideas diferentes, disfrutar el presente y planear menos (Arheli Pérez).
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Cuando esto pase, te pido Dios, apenada, que nos devuelvas mejores de como nos habías soñado (Ivonne).
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Cuando esto pase… seguiré orando para que no vuelva a pasar (Danny Montes, El estetoscopio de mamá).
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Cuando esto pase…
…daré gracias y recordaré mi fuerza, mi plenitud, mis ojos para apreciar todo lo que no había logrado ver, disfrutando cada instante de aprendizaje, cada vivencia, cada emoción que abracé y agradecí porque hicieron de mí un nuevo ser, consciente de la belleza de la vida (Champaca).
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Cuando esto pase, espero estar más despierta, alerta de las pequeñas cosas que antes no notaba, sobre todo aprender a ver a las personas, a todos, no simplemente como un mar de gente que pasa por mi lado, sino como un mar de vida, de gozo y de historias, espero ser mejor persona, cuando esto pase espero ser lo que el mundo necesita de mí (AnaGabriela).
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Cuando todo esto pase yo habré aprendido que la vida es un suspiro, que lo único que tenemos son detalles y momentos (yo mera).
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Conforme esto pasa nos estoy sabiendo más vulnerables y más fuertes, y un poco más conscientes (Dona Wiseman).
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Cuando esto pase espero haber aprendido lo suficiente para seguir haciendo lo que me hace estar en paz y feliz solo por hoy y con los que amo (Mónica Sosa).
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Cuando esto pase…
…haré una fiesta y bailaré hasta que amanezca. Y brindaré con todos y cantaré y bailaré de nuevo.
…besaré al más guapo de la fiesta, porque no se si tendré nuevamente esta oportunidad.
…sacaré los brillos del closet y también las botas de tacón.
¡Cuando esto pase me quiero divertir! Y cuando pase la fiesta regresaré nuevamente a ocultarme (Anónimo).