Por Argelia Dávila
“El acto de habitar es el medio fundamental en que uno se relaciona con el mundo. El habitante se sitúa en el espacio y el espacio se sitúa en la conciencia del habitante.”
-Juhanni Pallasmaa
Lo difícil no es definir la fundación de una ciudad, sino su nacimiento, además de los archivos históricos, también existen testigos que comunican a las generaciones sus costumbres y tradiciones sociales y familiares.
En sus procesos y evolución están implicados sus ciudadanos y estos se realizan en beneficio de sus habitantes, pero también para “mejorar” el entorno o la calidad del mismo. No es necesario demostrar con evidencia científica que en muchos de los casos se han cometido errores y al paso del tiempo, que algunas de estas decisiones no fueron las mejores. Aunque en su momento así se pensó.
En el libro La imagen de la ciudad de Kevin Lynch (2008) menciona, que nuestra percepción de la ciudad se encuentra dividida entre lo que absorbemos con nuestros sentidos, otras preocupaciones y la imagen que tenemos de ella. Toda esta mezcla de emociones, sensaciones e imágenes que tenemos de la ciudad, seamos concientes o no de ellas, nos atraviesan, nos marcan como habitantes de un espacio geográfico específico.
En el crecimiento de las ciudades se entretejen fenómenos humanos que involucran historia, cultura, acontecimientos, catástrofes, incluso el mismo aspecto del territorio y sus características físicas influyen en estos procesos.
En las ciudades no solamente influyen aspectos internos y de sus habitantes, también los factores externos: los procesos, evolución de otros países y de otras culturas. Hoy en día, la velocidad de la comunicación e incluso de nuestras vidas nos llevan con un toque a distancias que hace treinta años ni siquiera nos imaginábamos.
Uno de estos procesos en las ciudades es la gentrificación, un concepto que ha dado un salto de lo académico al resto del mundo, explico un poco: gentrificación es un proceso de recuperación o rehabilitación de una zona, ya sea un barrio o cualquier sector que se encuentre deteriorado, tanto en lo social como en lo urbano y esto provoca que lentamente sus habitantes empiecen a verse desplazados por otros de mayor nivel social o económico. (Oxford, 2021)
En este proceso se ven inmersos factores inmobiliarios, económicos, de usos y destinos del suelo que poco a poco se modifican. Menciona Lynch:
“la ciudad no es sólo un objeto que perciben (y quizás gozan) millones de personas de clases y caracteres sumamente diferentes, sino que es también el producto de muchos constructores que constantemente modifican su estructura porque tienen sus motivos para ello (…) los detalles cambian constantemente. Solamente se puede efectuar un control parcial sobre su crecimiento y su forma.” (Lynch, 2008).
La ciudad es el producto, ya lo dice Lynch, de la conciencia -o inconciencia- de muchos de sus habitantes, se modifican pequeños detalles, al paso del tiempo se convierten en grandes cambios que se revelan impactantes.
Los procesos de gentrificación me han llevado a cuestionar si esto es positivo o negativo. Se percibe como algo que acabará con los barrios y sus tradiciones, con las construcciones endémicas y con sus mismos habitantes. En fin, el capitalismo voraz.
¿Qué pasaría si encontráramos alternativas? Vemos otros países en donde se han construido y adherido elementos ultra modernos a edificios de su casco viejo. Estoy de acuerdo en que en el arquitecto debe haber sensibilidad y pasión por su trabajo, por el diseño y por el entorno en donde interviene. Lograr esta conjunción entre lo nuevo y lo antiguo también es un trabajo arduo, que implica conciencia y una pasión por la historia y la arquitectura.
Me declaro defensora del patrimonio, pero no de las escenografías, tampoco con perder edificios de valor histórico, arquitectónico y contextual, pero sí del uso de nuevas alternativas: del aprovechamiento de la tecnología a favor de su preservación, conservación, así como de su difusión. De los modelos híbridos, de traer elementos del pasado al presente para heredarlos al futuro: bellos, funcionales y de valor.
Por eso pregunto: ¿Qué alternativas legales o administrativas, mitigarían el desplazamiento de los habitantes de un sector, sin perder nuestros centros históricos o barrios y sus tradiciones? ¿Qué recursos económicos, políticos o legales se requieren? ¿Qué nuevas alternativas ante este tema podemos proponer los urbanistas, diseñadores, arquitectos, desarrolladores, grandes inversionistas, autoridades y demás profesionistas que nos encontramos en el medio? -subrayo nuevas alternativas- además de la voluntad.
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