Por Diana Facundo
Al crecer el ser humano busca una identidad propia o de pertenencia a algún grupo social, los piercings nos acompañan desde siempre en esta búsqueda.
Actualmente se estan rompiendo barreras de género y se está logrando una equidad, o al menos yo así lo veo. Dentro de mi casa no hay labores domésticas para niños o niñas, todos cooperamos para una sana convivencia, no hay juguetes o juegos de rol de género, tengo una niña y un niño que crecen sanamente sin prejuicios.
Perforé las orejas de mi hija cuando cumplió 7 años y mi hijo también quería un piercing ¡en la lengua!, le dije que no podía ponérselo hasta que su cuerpo terminara de crecer, que le podía colocar uno en la oreja cuando cumpliera 7, en ese momento el tenía 5 años. Y no hay tiempo que no se llegue ni plazo que no se cumpla, en su séptimo aniversario ¿qué crees que me pidió? Su primer perforación.
Durante esos 2 años (de los 5 a los 7) hablé con él, le decía que no dejarían que llevara su arete a la escuela y me hacía preguntas como ¿por qué a mi hermana si la dejan y a mi no? Entonces le explicaba que eran reglas de la escuela que tenemos que respetar, así como hay baños de niñas y de niños, uniforme de niñas y de niños, los aretes eran accesorios que solo dejaban que las niñas portaran. Lo comprendió super bien, pero llegó el COVID-19 y bye escuelas y bienvenida la idea de perforarse de nuevo.
Ese día nos fuimos a desayunar y al regresar a casa me dice: Mamá, estoy listo para mi piercing, quiero ese rayo aquí, y señaló su lóbulo. Preparé el material y le expliqué el procedimiento le pregunté: ¿Estás seguro de que lo quieres hacer? Te va doler. Y él respondió que sí. Fue super valiente durante el procedimiento, no se movió nada y solo gritó ¡auch! Le expliqué como debía cuidarla y él estaba ansioso por verse en el espejo. Cuando se miró su sonrisa fue de oreja a oreja, me dijo: Mamá ¡soy el niño mas cool de todos!
Tuvo un incremento en su autoestima bastante notable, no se le olvida ni un solo día limpiar su piercing, sabe que no lo debe tocar y no deja que nadie lo haga, me siento muy felíz como perforadora que siga al pie de la letra los cuidados y más felíz como mamá por el cambio tan positivo que veo en él.
Al llegar los días de visita con mis papás, llegaron las expresiones sorpresivas, aterradas y preguntas como: ¿Por qué lo hiciste? ¿Estás loca? Si apenas es un niño, no sabe lo que quiere. A veces subestimamos a los pequeños y creemos que “no saben”, pero en mi experiencia creo que no es así, comprenden muchísimas situaciones y aprenden mucho más rápido que un adulto promedio. Considero que la confianza que tu hijo te tiene al contarte como se quiere ver y que lo apoyes en ese paso sin hacerlo sentir como bicho raro es parte fundamental para el desarrollo de su personalidad.