Por Dona Wiseman
Conversación aislada con mi padrastro:
¿Sabías que siempre tuve miedo a la oscuridad y que para ir al baño saltaba de mi recámara a la puerta del baño para no tener que ver por el pasillo?
No, jamás mencionaste nada. Yo nunca supe que le tuvieras miedo a nada.
Comentario hecho por mi padre biológico:
Con Dona nunca pude hablar. Siempre fue demasiado inteligente.
Creo que es la responsabilidad de los adultos (si es que tuviéramos los recursos internos y externos para hacerlo) observar a los niños e indagar en cómo se sienten y cómo se desarrollan en el día a día. Y sí, yo le tenía pánico a la oscuridad, y a un buen número de otras cosas. Parece que nadie supo. Ahora que me vinieron a la mente estos episodios, he pensado que aún hay mucho de mí que otros no saben. Claro, ya soy adulta y es mi responsabilidad expresarme y etc. Pero también se me ha ocurrido preguntarme y preguntarte:
¿Te han preguntado cómo estás hoy? Y no hablo del comentario de pasada que realmente no busca respuesta, y menos una incómoda.
¿Te han preguntado si necesitas algo? Sin que sea con la expectativa de que digas que no, que todo está bien.
¿Te han preguntado si desayunaste?
¿Te han preguntado cómo vas con aquella situación que alguna vez mencionaste? O tal vez no tomaron muy en cuenta lo que contaste.
¿Te han dicho que te ves bien vestida de rojo?
¿Se ha dado cuenta alguien que te cortaste el cabello?
¿Alguien ha notado tu tristeza, o bien tu alegría?
¿Alguien te ha preguntado qué estás pensando? (Lo hacía mi padre y se molestaba mucho porque respondía siempre que nada. Cuando menos preguntaba.)
¿Alguien ha notado que estás incómoda? (Hace unos años tuve un episodio de mastitis. Un amigo artista se puso a dibujarme, a buscar un marco en un bazar, a enmarcar el dibujo, a envolver el regalo, y a traérmelo porque las personas que se sienten mal deben saber que alguien está pensando en ellos. Creo no haber sido tan buena con él como él fue conmigo.)
¿Te han enviado los buenos días, o cualquier mensaje, en vez de esperar que lo hagas primero, como es costumbre?
¿Se han preocupado por si has resuelto tus cosas, antes de pedirte ayuda con las suyas?
Para algunas de nosotras (como yo entenderé), es difícil recibir ayuda y más aún pedirla. ¡Es más! Es difícil siquiera permitir a otros ver que pudiéramos necesitar algo y que no tenemos de momento el tiempo o el esfuerzo (o la lana) que necesita el otro. ¡Ni hablar de mostrar tristezas y miedos y cosas así! Mi madre tenía una colección de frases chuscas pero muy filosóficas y una decía: Nosotras, los que no sabemos, hemos estado haciendo tanto con tan poco por tanto tiempo, que ahora estamos capacitadas para hacer cualquier cosa sin nada.
Yo no sé qué hacer para reconectarme/nos con nuestras necesidades, aún no lo descubro del todo. Prometo compartir si me llega algún satori. Mientras tanto, “¿Ya desayunaste?”