Por Dona Wiseman
El truco está en darle a cada persona la misma importancia que te da a ti…
Este tema surge de vez en cuando, y siempre me mueve. Me he dado cuenta de que en los procesos personales damos vueltas en una especie de espiral, visitando los mismos temas de vida en distintos niveles y profundidades. No parece ser asunto de tener que resolver los temas, ni siquiera que exista la opción de hacerlo. Nunca seremos perfectas ni iluminadas, bueno, tal vez algunas de Uds. sí. Estoy muy segura de que yo no. Y este tema es uno de los míos.
Cuando escucho a alguien decir que debo tratar a los demás de la manera que me tratan a mí, me sacude una fibra muy sensible. Yo te doy la importancia que yo te asigno, y que puedo aportarte. Te doy el lugar que yo puedo abrir para ti, y aunque tú no me “das” lo mismo, no siento la necesidad de “desquitarme”, como creo que sugieren las frases del tipo que abre esta columna. Yo sé que mi manera de tratarte puede o no ser de tu entero agrado. Sé que harás cosas que a mí no me caen bien. Entiendo que tú y yo somos distintas y tenemos distintas cosas que ofrecer la una a la otra.
He leído y escuchado tantas veces, “Yo te trato como tú me tratas.” Si hago eso me pone a mí en un lugar que hace que lo que pienso, hago y siento no sea mío, sino que sea en reacción a las actitudes tuyas. No quiero ser víctima de maltratos, ni quiero estar en compañía de personas con las que no puedo llevar una relación orgánica. Pero tampoco pienso dejar que la manera de ser otra persona dictamine mi manera de ser.
Limitarme a reaccionar ante lo que sucede alrededor de mí implica que no intentaré siquiera considerar lo que realmente me podría estar sucediendo en mis emociones, mis pensamientos y mis impulsos. Si por alguna razón tú te vuelves importante para mí, lo tendré en cuenta y me acercaré con esa actitud. Claro que me daré cuenta si no soy importante para ti y tal vez me dolerá. Seré prudente, pero no te trataré mal por ello.
Hablamos mucho sobre el miedo que tenemos al rechazo, pero, cuando alguien prefiere no estar conmigo, está en todo su derecho. Tal vez no es rechazo, solo preferencia. No seré la preferida de todas – y definitivamente no le gustaré a todos los hombres (por ejemplo). El hecho de que no sea yo tu preferida, no hará que te desprecie o te trate mal. No hará que no seas importante para mí.
Vivir así, con la mirada puesta constantemente en algo que me hirió, a mí no me va. No creo haber dominado esto aún, pero sí es algo en que trabajo constantemente. Por eso es uno de esos temas que aparecen constantemente en el espiral de mi proceso personal.
Ahora…¡aviso! Si le haces algo a alguien a quien amo, me va a ser mucho más complicado darte el beneficio de la duda. Ese punto en el espiral me está costando mucho más trabajo.