Por Dona Wiseman
El domingo amaneció a mediodía. Un domingo sin trabajo, bueno, más o menos. ¿Te has fijado como la vida gira en espiral comenzando en un punto, tal vez en un momento específico en él que te das cuenta de que estás viva? Desde ese punto caminas, siguiendo el camino que da vueltas y vueltas sobre un punto central que parece desvanecerse en el infinito. Este domingo vuelve a ser como domingos que existían en puntos anteriores sobre la espiral. Así es. La vida y sus temas giran sobre si mismos, sobre nuestro centro, cada vez parecidos y cada vez con distinta perspectiva, distinto nivel de consciencia. La noche de anoche y el amanecer de hoy son similares a tantos otros, pero no son iguales. Ni la noche, ni el día, ni la fogata, ni las personas, ni yo. Nada es igual.
¿Qué ha cambiado en mí desde las fogatas de hace dos años? ¿Qué ha cambiado en mí desde los domingos de hace algunos meses? ¿De qué me he dado cuenta? ¿Qué he perdido? ¿De qué estoy consciente hoy que desconocía en mí en tiempos anteriores?
Confieso que extraño algunos puntos anteriores de mi espiral. Pero no podré volver. Intenté, bueno, de alguna manera. A pesar de que el tiempo no es lineal, no podemos desandar el camino. A veces pensamos que retrocedemos en el camino de la vida. No es así. Vamos paso a paso hacia el autoconocimiento cada vez más profundo. Los eventos y las experiencias a cada paso de la vida son los medios de crecimiento. Si nos permitimos vivir las experiencias, mirarnos dentro de ellas y mirarlas dentro de nosotras, nos daremos cuenta de que nos hablan de quienes hemos sido, de quienes somos, y de quienes seremos en el futuro cercano y no tan cercano.
Este domingo amaneció a mediodía. No ha sido como los domingos de antes. Mis actividades, mis intereses, y mis acompañantes han cambiado. Y aún así, aquí termino el domingo con una copa de vino y escribiendo. Eso no ha cambiado, o cuando menos ha sido común durante los últimos 5 años. Pero 5 años, comparados con 65, no son muchos. Si pudiera recordar los fines de los domingos de los últimos 65 años, ¡qué historia podría contar!
Hay 52 semanas en un año, 52 domingos. 3,380 domingos en 65 años más los 20 domingos de los 5 meses que llevo de este año. 3,400 domingos. Todos, parte de la espiral. Un paseo por cada etapa, cada descubrimiento, cada error, cada complicación, cada éxito, cada amor, cada desamor, cada trabajo, cada relación, cada serie de televisión, cada hijo, cada casa, cada estación de cada año. La rueda del año de cada año. La espiral, y yo cada vez más hacia el centro, sin llegar aún. El viaje eterno de la vida. ¡Vaya novela podría escribir!