Por Cynthia Salas
¡Qué delicia llegar a esa edad en que el desayuno con las amigas se vuelve uno de los más grandes placeres! Por algunas horas en la mañana, se te olvidan todos los pendientes, por unos minutos, no importa la casa, hasta piensas, “al rato veo qué comemos”.. haces a un lado al celular y te entregas enteramente a la plática. Durante unas tres horas, podemos hablar de 80 temas distintos, desde las anécdotas más simples, hasta profundas confesiones, pasando por recetas, plantas, aceites, tips de compras, calentamiento global, memorias y alguno que otro dato curioso… ¿Será por tanta cafeína?.
Hoy en uno de estos desayunos, entre el café, los chilaquiles y los 80 temas que saltaron, hubo uno que se me quedó en la cabeza durante todo el día. Clau me pregunta muy casualmente -“Y en una asesoría de imagen, ¿cómo haces para decirle a las chicas qué pueden usar y qué no sin que se ofendan?”. En broma le contesto: -“Pues mira, si ellas me piden asesoría, ya me dieron permiso de decirles ¡de todo!”. -“Es broma”. Me quedo pensando y le digo, -“Es complicado, trato de hacerlo con mucho cuidado. El autoestima de nosotras las mujeres, es algo muy frágil”.
“Nuestra autoestima es algo muy frágil” Me quedo pensando todo el día. “Nuestra autoestima es algo muy cambiante” podríamos decir también. A veces estamos arriba, siendo las más fregonas, sintiéndonos guapísimas, seguras, empoderadas, divas, ganadoras… Pero a veces no. A veces nos cambiamos de ropa mil veces porque sentimos que nada se nos ve bien, a veces nos comparamos con todo el Instagram entero, a veces recordamos the good old days, cuando estábamos más delgadas, más fit, más jóvenes. A veces nos vestimos para pasar desapercibidas y nos refugiamos en una mega playera y los tenis más cómodos y desgastados del clóset. Y entonces vemos a alguna otra mujer que ese día sí anda con el autoestima a tope y nos vamos más para abajo todavía… y así andamos, como olitas de mar, un día unas arriba, otras abajo y al revés.
¿Serán las hormonas?, ¿será la presión social?, ¿será la historia?, ¿las broncas en la niñez?, ¿será por tanta cafeína? Jaja. ¿Serán los comentarios a los que siempre estamos expuestas? “Te veías mejor antes”, “Ese color no te queda”, “¿Has subido de peso?”, “Te ves como enferma” y hasta: “¿Por qué tan arreglada?”, “¿Te vas a ir vestida así?”, “¿No te dice nada tu esposo ?”, “Así no vas a conseguir novio”, Y la lista sigue y sigue y sigue…
Pero imagínate un mundo en el que pudieras sentirte bien fregona todos los días, la máaaas fregona y que no tuvieras que hacer sentir mal a nadie por eso, ¿Cómo te vestirías?, ¿En qué trabajarías?, ¿cómo caminarías?, ¿qué hubieras logrado que hasta ahora no te atrevías? Llámame la más ñoña, pero yo si quiero me ando imaginando un mundo rosa, pero rosa mexicano, fiucca, fosfo… en el que los comentarios negativos sobre el físico de alguien más no existen, en el que las envidias no existen, ni esas inseguridades que nos hacen querer hacer inseguras a las demás, como una horrible cadena oxidada, un mundo en el que nadie nunca se hace un juicio en base del físico de los demás, en el que todas nos tiramos buena vibra, transmitiendo a nuestras hijas lo mismo, estando en paz con nuestro cuerpo, amándolo y respetándolo un montón y en el que trabajamos nuestra autoestima todos los días, levantándonos entre nosotras siempre.
¿Estoy soñando mucho? ¿Será por tanta cafeína?…