LOS ADULTOS DE LOS OJOS TRISTES

Por Laura Prieto

De niña me vendieron la idea que la adultez era genial, pensaba que al crecer iba a hacer lo que yo quisiera: gastar mi dinero en dulces y juguetes, levantarme a la hora que me diera la gana y que iba a ser una reina y mandaría a todos, todos me iban a obedecer, algo maquiavélico.

Hoy no me levanto a la hora que yo quiero si no a la hora que los hijos deben ir a la escuela, mi dinero y tiempo no lo gasto en lo que yo quiero, tampoco mando a nadie, no soy una reina, más bien soy como el ama de llaves que limpia el desorden ajeno, y tristemente a duras penas mis hijos solo a veces me obedecen, porque los tiempos de “te lo digo yo porque soy tu madre” ya no funciona y empieza el debate por los derechos humanos y de la libre elección y acaban haciendo lo que les da la gana.

Mi trabajo esta chido, de eso mi yo de hace 30 años si estaría orgullosa: dibujar todos los días y que me paguen, es el sueño de todo niño y es genial.

Y es que así de repente, nos convertimos en adultos, con trabajos, responsabilidades e hijos y muchos, andamos por ahí con los ojos tristes.

El estudio de tatuajes es un santuario y muchos nos tatuamos como terapia, dicen que los que van al gimnasio tienen problemas existenciales y los que se tatúan también, así que en el estudio soy como una terapeuta para mis apreciados clientes, muchos llegan con los ojos tristes, pero platicando de forma animada, con buena actitud, funcionado, algunos se desahogan desde la primera cita y me platican sus penas: batallas por custodia de los hijos, procesos de divorcio, arrancar un negocio que no va bien y que acumula deuda, muertes que les dejó el COVID, depresión, ansiedad; otros hablan hasta la segunda o tercera cita cuando les pregunto cómo va todo y me dicen “pues a las pocas semana que me tatué me separé”, “pasé por una crisis de ansiedad y estuve incapacitado/a 15 días”, y pienso en su mirada meditabunda.

Como adultos funcionamos felices, tristes, ansiosos, con miedo, enojados, funcionamos porque es lo que sigue, no nos podemos romper, la adultez es lo que sigue, es lo “más” de la vida, no importa si estas cansado, o si no tienes ánimos de vivir, hay responsabilidades por cumplir y que mas da estar triste o frustrado, enojado, no es para tanto.

He visto mis fotos y en muchas mis ojos se ven tristes, aunque esté sonriendo, fotos donde mi hija está pequeña y me sentía muy sola en el postparto, fotos de navidades en la que rodeada de regalos extrañaba a mi mamá, donde estoy en mi casa reluciente pero tan cansada por limpiar con tan pocas horas de sueño, pero estoy sonriendo y funcionando con los ojos tristes, porque como adulta debes estar bien para el mundo y yo como mamá para mis hijos, aunque a veces me pregunto por qué estar bien para ellos y no para mí, por qué dejarme de lado, no sé, ponerte la sonrisa pero los ojos no engañan.

Es así con los clientes y clientas que me platican por qué eligen seguir en una vida que los tiene tristes y cada situación se entiende, cada quién sabe lo que trae en el morral, como dicen las mamás. A veces es más fácil vivir en el malestar que hacer un cambio, porque los cambios son difíciles y desconcertantes y dan miedo.

La vida no siempre te lleva por el camino que esperas, es una serie de desilusiones y malos entendidos pero debemos de superar nuestro malestar y seguir adelante. Cuando seguimos avanzando nos volvemos cada día más fuertes, aunque sea andar por ahí con los ojos tristes.

No estás sola.

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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