POR MAYTE CEPEDA
Entre que ya nos olíamos una nueva ola de contagios por Covid19 que, afortunadamente ya está bajando, y que los medios de comunicación hablan demasiado que si las vacunas, nuevas cepas, intentos de medicamentos contra el virus y todos los hijos de éste (y otras desgracias internacionales), creo que hay que hacer un análisis a un aspecto que no se comenta mucho y que puede abonar un montón a la prevención de enfermedades o, por lo menos, a que una enfermedad afecte lo menos posible nuestra salud.
Sé que hay muchos frentes preventivos para evitar mayores daños a este mal mundial. Pero también sé que hay una mina de oro a la que pocos se adentran y exploran. Y no solamente para prevenir enfermarte de este virus, si no de cualquier cosa negativa que pudiera sucederle a tu organismo.
Y LOS GOBIERNOS, ¿NOS INFORMAN BIEN?
Hace un par de días platicaba con mi esposo como es muy limitada la promoción que hacen los medios de comunicación sobre los hábitos saludables que benefician directamente en la salud humana. La verdad es que durante esta pandemia yo no he visto que algún gobierno enfatice y promueva constantemente que alimentarse sanamente, hacer ejercicio, procurar el descanso y otro tipo de hábitos de naturaleza análoga, ayuda inmejorablemente a tener organismos fuertes y resistentes con un sistema inmunitario preparado y defensor de virus, bacterias y otras afectaciones.
Y a esa mina de oro me refiero. La prevención de enfermedades y a que aquellas enfermedades que nos tengan que dar, no nos den tan fuerte, puede lograrse si tan solo fuéramos más conscientes de lo que hacemos con nuestro cuerpo, cómo lo tratamos, alimentamos, descansamos, investigamos sobre su correcto funcionamiento y sobre las cosas que podemos hacer o dejar de hacer para que esto suceda.
Un sector considerable de la industria alimentaria ha perdido el objetivo de nutrir y se han enfocado en mejorar sabores y apariencias, procurar una conservación más prolongada de los alimentos y aumentar la variedad de opciones a ofrecer al consumidor. Esto, sin tomar en cuenta las consecuencias negativas en la salud de las personas por el empleo de químicos, pesticidas, conservadores de alto impacto y otras sustancias que afectan en el corto, mediano y largo plazo la salud humana.
LA BIG PHARMA
Por otro lado, el gran monstruo farmacéutico prefiere apostarle a la promoción de sus medicamentos, entre más caro, mejor para ellos ¿no? Llega al mercado una nueva medicina y desafortunadamente hasta en tanto no se recupere la inversión que implicó su elaboración, sea o no sea buena la medicina, cause o no cause daños en la salud de las personas, estará en el mercado a la venta, en promoción y con la mercadotecnia necesaria para envolver al gremio hospitalario, médico y al público en general. Y luego aparte siento que este gran monstruo se alía con otros más con el fin de tener al groso de la población enferma y mal informada.
Yo lo he visto en mucha gente a mi alrededor e incluso yo he caído en esa gran trampa de que “no se me va a quitar el dolor si no me tomo una medicina”. Esto es super común y alarmante a la vez. No puede ser que le apostemos más a una droga química en lugar de profundizar un poco el por qué de ese dolor y analizar qué alternativas tengo antes de entrarle a la misma.
Sin embargo, no debemos olvidar la gran maravilla que es nuestro cuerpo. Esta perfecta máquina compuesta por una serie de sistemas, entre ellos el inmunológico que, a su vez, se trata de una red de células, tejidos y órganos que, en su conjunto y en estado óptimo, se encarga de hacerle frente a enfermedades causadas por virus y bacterias. Yo la veo así como el mejor regalo que Dios pudo insertarle al cuerpo humano para que funcione bien. Ya solo es tema nuestro darle el cuidado y atención que requiere.
Por eso, te invito a que investigues más sobre lo que comes, revisa contenidos nutricionales, opta por más opciones naturales y menos procesadas. Antes de tomar un medicamento revisa si es estrictamente necesario o, si puedes hacer algo antes de recurrir a él. Descansa y ejercítate más. Lee. Ríete. Ámate. Procura actividades que estimulen la producción de hormonas de felicidad, amor, plenitud y auto contentamiento, que en sánscrito se le conoce como Santosha y constituye uno de los Niyamas del Ashtanga Yoga. Namasté!