Por Dona Wiseman
Hace 2 años exactamente, la primavera nos trajo un suceso inesperado y desconocido, pandemia. Desde entonces hemos pasado por el susto, la adaptación, el aislamiento, las pérdidas, el enojo, la depresión, y ahora pienso que estamos padeciendo una especie de síndrome de estrés postraumático. El síndrome en sí es un trastorno psiquiátrico, y en general no hablo de ese nivel de trauma ni de estrés, sino de una forma más insidiosa, menos identificable, pero no por eso ausente.
El síndrome de estrés postraumático es un trastorno psiquiátrico que aparece en personas que han vivido un episodio dramático en su vida (guerra, secuestro, muerte violenta de un familiar – aunque no sea “violencia” específicamente, todos hemos experimentado la muerte inesperada de familiares y amigos). Entre las causas del estrés postraumático se encuentran los desastres naturales. No sé si el virus que se convirtió en pandemia se debe interpretar como un desastre natural, pero encuentro un parecido.
Los síntomas incluyen la ansiedad extrema (manifestada en forma anímica y fisiológica), el sentirse psíquicamente distante, entumido y paralizado, la pérdida de interés por aficiones y diversiones, hiperactividad, dificultad para dormir, irritabilidad, incapacidad de concentrarse, alarmarse con facilidad…¿te vas reconociendo? Yo sí.
Las recomendaciones son obvias – apoyo psicológico para procesar el trauma y los síntomas que se presentan después. Algunas de nosotras presentamos insensibilidad emocional e indiferencia ante actividades cotidianas (yo tengo un rechazo contundente a ir de compras, no soporto la idea de entrar a un centro comercial). Otras estamos en un estado de hiperexcitación, buscando continuamente signos de peligro, estado que provoca dificultad de concentración y sobresaltos continuos, lo cual puede llevar a irritabilidad y ataques de ira. Aún otras tendremos pensamientos y estados de ánimo negativos, provocando culpabilidad o la tendencia a culpar a otros.
Conocemos perfectamente algunas de las técnicas para ayudarnos a sobrellevar este tipo de condición y su sintomatología. Relajación, buenos hábitos de sueño, alimentación adecuada, respiración consciente, apoyo de amigos, familiares y terapeutas. Pero conocerlas y entrarle a la tarea son cosas distintas.
A diario estoy acompañando a personas que reportan síntomas de síndrome postraumático. No son casos que requieren de tratamiento psiquiátrico, no en su mayoría. Son casos que requieren que nos demos cuenta de lo que nos está sucediendo, de que efectivamente nos está sucediendo. Es importante validar lo que sentimos y reconocer nuestras sensaciones como reales y normales. Desde allí podemos atravesar las sensaciones y los sentimientos, podemos decidir si hay pasos que podemos tomar para enfrentar y experimentar eso que sentimos, para mirarlo de frente y tal vez ponerle nombre. Y, sin minimizar nuestro sentir, quizá determinar hacer algo que nos lleva un pasito hacia otro espacio, hacia la vida.
Ayer fui a un centro comercial. Entré llorando y salí igual. Sí compré la blusa que me encargó de tarea mi terapeuta. No encontré el color que propuse. No, eso es mentira. Sí encontré, pero no pude o no quise comprarla, no alcancé ese nivel por el momento. Por lo pronto entré, compré. Noté que caminé con la mirada hacia abajo, renuente, retraída. Pasó frente a mí mi hija y no la vi. No había ido de compras en 2 años, tal vez más. Y hace algún tiempo dejé de ir hasta al supermercado (voy, pero solo por lo más necesario). Aún no puedo decir que he ido de compras. Pero sí puedo decir que estoy más cerca de mirar de frente lo que me pasa. Y si te pasa algo similar, te invito a buscar acompañamiento.