Por Mayte Cepeda
Hoy por fin después de varios días de sacarle la vuelta al asunto, me senté a meditar. Y digo que tenía varios días sacándole la vuelta a la meditación porque solita me boicoteaba pensando: no tienes tiempo y si acaso te sobra tantito, mejor pon el tapete y haz yoga, súbete a la bici o, ¿sabes qué? mejor descansa, ¡si! eso es, mejor duérmete o échate a ver televisión, aunque en el fondo ni siquiera veas nada y solo estés tirada sin hacer nada.
Y lo de la auto boicoteada no se si te pasa, al menos a mi sí, eso de querer hacer algo que sabes que es bueno y te hace bien, pero le das largas y largas hasta que la mente se cansa de repetírtelo y de plano pasa a segundo o tercer plano, hasta que se queda olvidado en el último cajón mental. Puede una boicotearse con la alimentación, el descanso, el ejercicio, la convivencia con otras personas, malos hábitos y vicios y ene mil cosas más.
Bueno el chiste es que hoy sí medité y quiero compartirte un poquito de la experiencia que tuve. Resulta que seguí una meditación guiada que me recomendó una amiga casi hermana y fue algo así como revelador de cosas que no quería ver, que andaban por ahí rondando (y yo sabiéndolo) pero con el auto boicot haciéndome mensa y pensando que solo traía tonterías mentales cargando y rápidamente me distraía con otro asunto y vuelta a la página.
La meditación guiada que seguí, inició con el acomodo físico del cuerpo. Como ya hemos platicado de estos temas, sabemos que para lograr una meditación continua, fluida y en la que se alcance el mayor estado de concentración (dharana) es necesario que la espalda, cuello, piernas, brazos y el resto del cuerpo esté quieto y cómodo. Si las piernas están forzadas a lograr una postura, en menos de cinco minutos te estarán repelando que te salgas de la postura y eso obstaculizará el trabajo mental. Una vez acomodada recibí la instrucción de realizar unos ejercicios específicos de respiración, que en sánscrito se les conoce como pranayama y de lo cual también ya hemos platicado.
Luego me fue llevando a conectar la atención con el momento presente, comenzando por darle realmente su valor y a lo que implica el desatender lo que ya sucedió, es decir, el pasado y a dejar la preocupación por lo que aún no sucede, que es el futuro.
Los costales que cargamos
Esto, precisamente es lo más complicado del asunto y puede ser que el mismo auto boicot del que hemos hablado, no nos deja fácilmente soltar. El pasado y el futuro son costales que venimos cargando innecesariamente, esto ya que uno de ellos ya pasó y no va a volver nunca jamás, así que no lo podemos modificar por mucho que queramos, entonces ¿para qué lo cargamos? Mientras que el futuro, podemos de alguna u otra manera tratar de influir para que lo que suceda sea como queremos y planeamos, pero ni así, tenemos la última palabra.
Esta meditación entonces, buscó muy atinadamente (porque lo logró) hacerme sentir que ahorita lo de hoy y lo que estoy viviendo, respirando y sintiendo es lo realmente importante. Me pareció sentir que flotaba en una neblina rosa, algo así como una experiencia sinestésica en la que me sentía super a gusto y agradecida. Se me olvidó o, más bien, sentí que solté la necesidad de tener el pasado agarrado por la fuerza y aunque no de la misma manera, también sentí las ganas de querer soltar el intento de control de las situaciones futuras que no han sucedido y que no están en mis manos.
Si bien, estoy habituada a meditar, a entrar en estado de contemplación o a rezar, ya tenía tiempo de no sentirlo con la mente y con más de un sentido; digamos que hoy fue muy gráfico. Y por ello, creo que hay un buen mensaje para compartir: aprender a soltar. Por bien propio, por conveniencia o como lo quieras ver, el dejar que las cosas fluyan porque así tiene que ser.
Nuestra intervención o influencia en las cosas que queremos que nos sucedan puede ser o no ser mala (no tendría por qué calificarse eso) pero, es importante tener bien claro que vamos a estar mejor y aprenderemos a disfrutar más de todo aquello que tenemos a nuestro alrededor, tanto lo espiritual, intangible, etéreo, así como lo material si tenemos bien claro que Dios está a cargo.
Los famosos Yamas y Niyamas
En la filosofía del Yoga específicamente en el apartado correspondiente a los Yamas que son los principios éticos para vivir en sociedad, se encuentra uno llamado Aparigraha que es algo así como evitar ser codicioso o aferrase a bienes materiales, pensamientos o emociones. En este caso siento que encaja perfecto al tema de dejar de tener el control de las cosas, para que la energía fluya correctamente y evitar que ésta se marchite con nuestros intentos de control que, además son innecesarios. ¡Namasté!