Por Dona Wiseman
“Suerte, que todo salga bien.” En el último mes he escuchado esa frase muchísimas veces. Y esta mañana, cuando una persona me preguntó qué iba a hacer ahorita (a las 8am, no entiendo mucho las conversaciones típicas) y le respondí que tenía que escribir, me respondió, “Suerte, luego seguimos platicando.” ¿Qué tiene que ver la vida y nuestro trabajo con la suerte? ¿Qué es la suerte?
No hay grandes explicaciones. Solo encontré que la suerte es un encadenamiento de sucesos que se considera como fortuito o casual, una circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso. Tengo sangre irlandesa y se habla mucho de the luck of the Irish, pero, así como no me gusta el whisky (bebida típicamente irlandesa) tampoco creo en la suerte.
Explico. Creo en el azar, en que shit happens, en que a veces parece que los astros se alinean a nuestro favor, pero no creo que la vida depende de circunstancias fortuitas. Sí es verdad que pueden pasar mil y más cosas que determinarán el resultado de esfuerzos y trabajos. En este momento mi computadora podría simplemente apagarse para jamás volverse a encender. Sería una tragedia más que menos considerable. En ese caso entiendo que, si me desean suerte, la intención es el deseo de que los sucesos fuera de mi control me resulten favorables. Y en ese caso lo agradezco.
Lo que no agradezco, es cuando el deseo de buena suerte parece eliminar todo reconocimiento del trabajo hecho, cuando parece que en el mero deseo se minimizan (seguramente por desconocimiento) los esfuerzos. Ya sé. Soy hipersensible para lenguaje, para comentarios, para todo. O tal vez sé los esfuerzos que requiere lo que hacemos todos – abrir un negocio, montar una obra de teatro, presentar un disco, armar un concierto, escribir una columna, cocinar, estudiar una carrera, ir de viaje, criar hijos, ahorrar, enfrentarnos a un tratamiento médico. Los resultados de todo lo que hacemos están sujetos a causas multifactoriales que incluyen el azar (o la suerte). Pero me pregunto si a veces pasa que se nos olvidan factores como la actitud, la fe, la confianza, la dedicación, la preparación, la disponibilidad, el cuidado, la vigilancia, la agudeza…
Hace días hablaba con una persona que está montando una obra de teatro. Evidentemente ella desea dar a conocer su trabajo y que el público vaya a ver la obra. Expresó el deseo de ser vista y tomada en cuenta y se quejaba del poco movimiento de sus publicaciones en redes sociales. Bien…si deseo ser vista, tengo que mostrarme y no esperar que algún golpe de suerte haga que el mundo voltee hacia mí. Si quiero ser vista en redes sociales, tengo que trabajarle. Tengo que participar, reaccionar y comentar a publicaciones de otros, publicar con frecuencia, poner el estado de mis “posts” en modo público. Le expliqué que de esa manera influimos en el algoritmo para que se muevan las publicaciones, etc., etc., etc.
Tener 5000 amigos en Facebook y poder mover hasta promociones escritas en mi cabeza calva durante sesiones de maquillaje no llega por suerte. Pero…el éxito de una obra de teatro tampoco está escrito en las redes sociales. Las horas de elaboración del texto, escoger el elenco, construir personajes, trazar, escenografía, luces, música, ensayos y más ensayos. Antes de entrar al escenario, no les desearé “suerte”. Tal vez usaré una expresión que me gusta mucho, “You’ve got this.”