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Quiero yoga pero no me gusta el ejercicio

POR: MAYTE CEPEDA

Siento que el título de este artículo está muy largo. Pero la verdad es que iba a ser aún más, algo así como: Quiero hacer yoga pero no quiero batallar, no quiero que me duela, no quiero batallar, sudar ni me cueste trabajo. Así que opté por resumirlo lo más posible. ¿Qué pasa cuando queremos probar algo nuevo y diferente, pero a la vez no queremos salir de la zona de confort?

Esto es más común de lo que pensamos y no hablo solo del yoga, la situación es tan comparable como con que estás acostumbrada al café de la mañana, que le batallas para un día optar por un té, agua o nada, simplemente quieres tu café y punto, salvo cuando te has preparado mentalmente y has logrado la voluntad de hacer un cambio por salud, crear algún hábito o la razón que te haya convencido previamente.

Y así es la vida. Los días se nos van inmersos en actividades y decisiones: para nuestro bien o para nuestro mal, esto no es más que nuestra propia decisión. Y para cuando te das cuenta, ya dejaste pasar meses a una idea o un proyecto que tenías en mente y no has echado a andar.

AUTOANÁLISIS

Si te has dado cuenta que lo tuyo no es de verdad eso de andarle sudando y sufriendo en alguna rutina física, siempre existirán alternativas para evitar lo que no te gusta. En el caso del yoga existen distintos “tipos” por llamarlos de alguna manera que, aunque todos busquen el mismo fin (que es la unión básicamente de mente, cuerpo y alma), emplean distintos mecanismos para conseguirlo. Hay tipos de yoga tan suaves que prácticamente es una práctica de consciencia corporal en la que te haces como su nombre lo dice, tan pero tan consciente de ti y de lo que tienes dentro, que prácticamente logras escuchar y sentir vibraciones energéticas del funcionamiento tu organismo de las que no te habías percatado.

Ahora también existen las personas que necesitan más actividad, demanda y retos físicos. Pues para esas necesidades existen alternativas buenísimas en el mundo del yoga. La tercer rama del Ashtanga Yoga se refiere a las asanas y de ahí parte una lista considerable de estilos de yoga en los que la demanda de la fuerza y resistencia se hacen presentes y se puede lograr flexibilizar el cuerpo a base de práctica y constancia. Y aquí quiero hacer hincapié sobre el tema de la flexibilidad; en una práctica de yoga no se requiere que seas flexible del cuerpo, se requiere que seas flexible del cuerpo mental y te atrevas a ponerte retos a los que no estabas acostumbrada.

¿CUÁL ES EL PRETEXTO?

¿Cuál es el punto entonces en querer hacer yoga pero no querer hacer ejercicio?

Primero que nada hay que hacer un auto análisis sobre las razones por las que le saco la vuelta. La programación mental sobre asumir retos y cambios y con voluntad iniciarlos, representa el primer y más importante paso en lograrlo. La constancia y paciencia por el otro lado, ya que como bien sabemos cualquier buen o mal hábito cuesta aproximadamente 21 días en conseguirse y tercero, conocer tus límites pero no engañarte ni agarrarlos de pretextos para no hacer las cosas.

Creo que básicamente esos tres pasos son básicos e indispensables para conseguir atacar los no quieros y poder descubrir tu fuerza de voluntad para echar a andar algo que te puede dar muchos beneficios y satisfacciones. Y que sea la rutina que elijas, que te sientas bien con ella y contigo misma. Ahora si quieres conocer sobre los tipos de yoga que existen no dudes en preguntarme. Namasté!

IG: @yogamayte

Mayte Cepeda: Yogini ~ abogada ambientalista ~ mamá ~ esposa ~ hija ~ hermana ~ enamorada de la naturaleza, la vida, la familia, los libros y la música ?

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